Nota del editor: Jill Filipovic es periodista residente en Washington y autora del libro “The H-Spot: The Feminist Pursuit of Happiness”. Síguela en Twitter. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente suyas. Ver más artículos de opinión en CNN.
(CNN) – Este domingo, la estudiante universitaria Andrea Norton, de solo 20 años, estaba acomodando su posición para tomarse una foto, dijo la policía, cuando murió en un viaje de senderismo por los Ozarks. El mismo fin de semana, la estudiante universitaria Sydney Monfries cayó y murió luego de escalar el campanario de la Universidad Fordham y enviar un video a través de Snapchat.
La cobertura de estas dos tragedias ha sido menos que solemne. Norton, según algunos primeros informes noticiosos, murió tomándose una selfie (en realidad parece que se cayó después de hacer lo que millones de estadounidenses hacen todos los días: posicionarse para una foto en un lugar hermoso).
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Mientras tanto, Monfries murió, de acuerdo con un espeluznante titular, “mientras intentaba obtener fotos de Instagram” (las autoridades no han ofrecido ninguna indicación de que tomar fotos la haya llevado a caer). Mientras tanto, una importante red estadounidense encabezó un artículo: “Selfie conduce a la muerte de dos mujeres”; en otras partes de Internet, los comentaristas de las muchas noticias sobre la muerte de estas mujeres fueron notablemente insensibles.
La implicación, enmarcada sutilmente en los titulares y descaradamente en los comentarios, es clara: estas dos jóvenes eran tan ensimismadas y vanidosas que no se dieron cuenta de que estaban a pocos centímetros del peligro hasta que fue demasiado tarde.
Ciertamente, hay algo que decir sobre el hecho de estar presente en el momento y realmente disfrutar del lugar donde estamos, en vez de filtrar la experiencia a través de la lente de cómo se verá a los demás en Instagram. Probablemente sería bueno para todos nosotros pasar más tiempo al aire libre, con nuestros amigos y en aventuras sin un teléfono en la mano para capturar cada momento.
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Pero querer documentar tu presencia en un lugar hermoso o enviar a tus amigos evidencia de tus travesuras no es un delito capital. La mayoría de nosotros, supongo, lo hemos hecho muchas veces. Y, por eso, es curioso ver cómo la empatía de tantas personas se evapora cuando leen una historia sobre una mujer joven y bonita que murió en un accidente, cuando ese accidente puede haber involucrado una foto de sí misma o de su fabulosa experiencia.
El uso que hacen las mujeres de las redes sociales es muy propicio para la burla y la crítica. Y como muchas personas, también me estremezco cuando veo un “feed” de redes sociales compuesto solo de selfies o fotos perfectamente compuestas. Hay mucho en la vida por fuera de tu propia cara, y la cultura de las redes sociales ha alimentado un tipo de narcisismo que se relaciona mucho más con la reflexión y la necesidad de afirmación que con las conexiones que las redes sociales afirman fomentar. Muchos de nosotros estamos actuando demasiado en nuestras vidas en lugar de vivir experiencias por completo. Muchos de nosotros estamos más interesados en nuestros mejores ángulos que en el complejo e imperfecto mundo que nos rodea.
Pero los seres humanos han estado documentando nuestra propia existencia a través de imágenes durante mucho tiempo, mucho antes del iPhone o incluso la cámara moderna.
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Y sabemos que las mujeres experimentan acoso sexualizado en línea con una regularidad sorprendente, y que las mujeres son juzgadas negativamente por compartir imágenes de sí mismas. Tal vez no sea sorprendente que, al examinar detenidamente la cobertura de las “muertes por selfies”, parezca que se burlan principalmente de las mujeres si algo sale mal en la búsqueda perfectamente normal de esa documentación.
Lamentablemente, esto está a la par con la expectativa general de que las mujeres serán bellas sin esfuerzo y sexualmente atractivas sin tratar de ser demasiado sexy. Las mujeres jóvenes, en especial, se supone que son bonitas, pero no anuncian al mundo el trabajo que se tomaron para lograrlo; ciertamente no se supone que indiquen que saben que son hermosas. Para las muchas personas que se sienten incómodas por las mujeres que muestran orgullo por su imagen física, considerar una tragedia como una muerte relacionada con la selfie puede ser una forma sutil de sugerir que el pequeño narcisista se lo merecía.
Es un impulso feo, si es común. Historias como estas son un buen momento para hacer una pausa y ver si podemos ejercer mucha más empatía.
Éstas eran mujeres jóvenes prometedoras, cada una tratando de documentar la vida que estaban viviendo, de pie frente a una vista impresionante, a escondidas en algún lugar prohibido y divertido. En lugar de hablar y escribir sobre ellas como muertes por selfies, una categoría fácil y cargada de juicios, podemos hablar de ellas tal como son: tragedias dolorosas e impactantes que sacaron a dos jóvenes brillantes de nuestro mundo demasiado pronto.