La mano de Juan Guaidó saluda a sus simpatizantes durante un mitin en Guatire, estado Miranda, Venezuela, el 18 de mayo de 2019.

Nota del editor: David Bittan Obadía, es abogado escritor, analista de temas políticos e internacionales, columnista del diario El Universal de Venezuela y colaborador de otros medios de comunicación. Ha participado en el Congreso Judío Mundial y es expresidente de la comunidad Judía de Venezuela.

(CNN Español) – La crisis venezolana ha llevado a la mesa de diálogo y negociaciones a las partes en distintas oportunidades: en los años 2014, 2016, 2017 y ahora, en el 2019.

Estos procesos lo que han logrado es decantar las posiciones de los actores internacionales. Gracias a esto ya conocemos la triste posición del Vaticano, las de los países que apuestan por un cambio democrático y las de quienes siguen a la expectativa de vivir de las dádivas que Venezuela les ofrece. Asimismo, se sabe cuál es el compromiso de la OEA y se reafirma la inoperatividad de la ONU.

Está demostrado que el gobierno no ha cumplido nunca con sus compromisos pues no hay una manera coercitiva de presionar. La experiencia en estos casos es que el gobierno gana tiempo y logra fragmentar a la oposición, generando una decepción en la sociedad civil.

El encuentro de Noruega no se comprende, al menos que no sepamos algo o que Rusia, por ejemplo, esté poniendo este evento como condición para forzar un cambio en Venezuela.

Lo único que salva a esta aventura es, por ahora, la credibilidad en Guaidó la cual, el viaje de su delegación a Oslo la pone en juego. El silencio de los estadounidenses preocupa.

Hay mucho escepticismo entre los venezolanos por este evento que llega en medio una crisis humanitaria agravada y genera una gran molestia en sectores de la oposición.

Mientras los “turistas” se sientan a dialogar, pasean y comen en buenos restaurantes en Oslo, el primer vicepresidente de la Asamblea Nacional está privado de su libertad y sin paradero conocido, siguen aumentando los presos políticos, los diputados de la Asamblea Nacional están siendo perseguidos, la Asamblea Nacional está sitiada, fallecen niños y adultos en los hospitales por falta de insumos y la frontera con Colombia continúa colapsada por la salida de miles de venezolanos.

No puede haber un diálogo sincero sin muestras concretas por parte de quienes ostentan el poder. A pesar de las dificultades, la salida democrática y electoral es la única que avizoro.

Noruega, territorio de Maduro, es arena movediza para la oposición. Esta puede ser otra trampa más. ¡Ojalá me equivoque!