(CNN) – A principios de 2017, un servicio llamado FaceApp recibió mucha atención mediática por usar inteligencia artificial para transformar imágenes de caras, hacer que se vieran más viejos o más jóvenes, hombres o mujeres, o agregar una sonrisa para parecer más felices.
Esta semana, FaceApp una vez más llegó a los titulares cuando las celebridades, incluidos Juanes, los Jonas Brothers, Drake y Dwayne Wade, parecieron usar la aplicación para mostrar cómo se verían cuando crezcan. Mucha gente se apresuró a descargar la aplicación para ver que sus propias selfies les mostraban versiones canosas de ellos, por lo que FaceApp es actualmente la mejor aplicación gratuita en la App Store de Apple.
Para el miércoles por la mañana, sin embargo, había crecientes preocupaciones sobre la privacidad de la aplicación. Como lo dijo un titular sin aliento en un periódico de Nueva York: “Los rusos ahora son dueños de todas tus fotos viejas”.
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Los temores surgieron al unir la aterradora —pero desafortunadamente no infrecuente— redacción de los términos de servicio de la aplicación con un reclamo no verificado (y ahora eliminado) de un desarrollador en Twitter sobre que la aplicación “carga todas sus fotos” y el simple hecho de que la compañía tiene su sede en San Petersburgo, Rusia.
El episodio de FaceApp resalta cómo, después de más de un año de escándalos de privacidad de alto perfil en la industria tecnológica, los consumidores aún no analizan adecuadamente los servicios antes de entregar sus datos personales confidenciales. Al mismo tiempo, es un recordatorio de lo poco que entendemos cómo las empresas recopilan nuestra información y qué derechos tienen sobre ella.
Joshua Nozzi, el desarrollador que primero activó las alarmas sobre FaceApp, y otros investigadores de seguridad más tarde derribaron el temor inicial de que FaceApp esté guardando todo el carrete de la cámara de su teléfono inteligente. Del mismo modo, el hecho de que una empresa tenga su sede en Rusia no significa automáticamente que sea una herramienta del gobierno ruso.
“La mayoría de las imágenes se eliminan de nuestros servidores en un plazo de 48 horas a partir de la fecha de carga”, dijo la compañía en un extenso comunicado proporcionado a TechCrunch para resolver los problemas de privacidad. (Los representantes de FaceApp no respondieron de inmediato a nuestra solicitud de comentarios).
Sin embargo, lo que nos preocupa es el lenguaje en los términos de servicio de la aplicación. En una sección con una redacción densa, la compañía informa a los usuarios que “otorgan a FaceApp una licencia perpetua, irrevocable, no exclusiva, sin derechos de autor, gratuita, transferible para usar, reproducir, modificar, adaptar, publicar, traducir tu Contenido de Usuario y cualquier nombre, usuario o similar entregado con en relación con tu Contenido de Usuario en todos los formatos de medios y canales conocidos o desarrollados posteriormente, sin compensación para ti”.
Traducción: FaceApp puede hacer lo que quiera con tu selfie. Pero esto pone a FaceApp en un grupo destacado. A lo largo de los años, otras compañías tecnológicas destacadas han insertado de manera similar el lenguaje en los términos de servicio para hacer valer sus derechos de uso de nombres, imágenes y otros contenidos compartidos por los usuarios como les plazca.
“Si compartes una foto en Facebook, nos das permiso para almacenarla, copiarla y compartirla con otros”, dice Facebook en sus propios términos de servicio.
Y aún así, seguimos compartiendo primero y haciendo preguntas después, si es que de hecho hacemos alguna pregunta.
Entre el primer roce de FaceApp con la viralidad y su explosión en popularidad esta semana, ha habido una serie de escándalos de privacidad en la tecnología, cualquiera de los cuales debería haber sido suficiente para que la gente reconsidere la cantidad de información que comparten con las compañías tecnológicas.
Los datos recopilados a través de una prueba de personalidad aparentemente benigna en Facebook se proporcionaron a Cambridge Analytica, una controvertida firma de datos que trabajó para la campaña presidencial de Donald Trump. Se descubrió que una aplicación popular de seguimiento de períodos compartía datos con Facebook. Según se informa, Amazon emplea un equipo global para escuchar cuando habla con sus parlantes inteligentes Echo.
Pero en el momento en que escuchamos acerca de un nuevo servicio llamativo que puede hacer que nuestras selfies parezcan de viejitos, o para comparar tu foto con un cuadro famoso, nos olvidamos de la precaución y entregamos la foto de nuestra cara, sin saber con certeza dónde será guardad o para qué se puede utilizar.
Las compañías tecnológicas ciertamente merecen críticas por sus prácticas de privacidad de datos, pero nosotros también.