Moscú (CNN) – El presidente de Rusia, Vladimir Putin, y el presidente de China, Xi Jinping, enviaron un mensaje claro esta semana: están listos para poner a prueba los límites de su asociación militar en ciernes en el Pacífico.
Esto es lo que sabemos: el martes temprano, tanto Corea del Sur como Japón desplegaron aeronaves para responder a la presencia de aviones militares rusos y chinos que volaban de forma conjunta a través de una región.
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La tensión se intensificó dramáticamente. De acuerdo con Corea del Sur, dos bombarderos chinos H-6 pasaron a la Zona de Identificación de Defensa Aérea de Seúl, acompañados por dos bombarderos estratégicos rusos Tu-95. Los Jefes del Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur dijeron que habían hecho disparos de advertencia a un avión militar de mando y control A-50 ruso que violó dos veces su espacio aéreo.
El Ministerio de Defensa de Japón respaldó las afirmaciones de Corea del Sur y dijo que el A-50 se entrometió en el espacio aéreo japonés, mientras que los bombarderos rusos y chinos volaban alrededor de Japón. (La zona del incidente es reclamada por Corea del Sur y Japón).
Moscú disputa el relato de Seúl y alega que aviones militares surcoreanos interceptaron peligrosamente a dos de sus bombarderos sobre aguas neutrales. Más tarde, el martes, luego de que surgieran los informes de la confrontación aérea, el ejército ruso dijo que sus aviones habían participado en una “patrulla conjunta” con aviones chinos de largo alcance.
Entonces, ¿qué pretendían exactamente Rusia y China con este ejercicio?
Para empezar, fue la prueba de una alianza militar naciente entre Moscú y Beijing. En un comunicado emitido el martes por la tarde, el Ministerio de Defensa ruso dijo que la operación era la “primera patrulla aérea conjunta con aviones de largo alcance en la región de Asia y el Pacífico” realizada por fuerzas rusas y chinas.
Las patrullas conjuntas se realizaron “para profundizar y desarrollar las relaciones ruso-chinas como parte de la asociación integral [entre Moscú y Beijing], aumentando aún más el nivel de interacción entre las fuerzas armadas de los dos países y mejorando su capacidad de realizar acciones conjuntas y fortaleciendo la estabilidad estratégica global”, dijo el comunicado.
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La asociación militar ruso-china ya ha estado flexionando sus músculos en la región. El año pasado, Rusia inició lo que describió como los juegos de guerra más grandes desde la caída de la Unión Soviética, junto con miles de soldados de China y Mongolia.
Los simulacros, conocidos como Vostok 2018, comenzaron durante una reunión bilateral entre el presidente Vladimir Putin y el líder chino Xi Jinping en la ciudad de Vladivostok. Siete zonas horarias por delante de Moscú, la ciudad es la base de Rusia para proyectar su poder en la región de Asia y el Pacífico, y Beijing ha enviado en los últimos años buques de guerra al puerto estratégico para participar en ejercicios navales conjuntos. Putin también organiza ahí un foro anual destinado a destacar el eje económico de su país en Asia.
El incidente del martes, sin embargo, eleva las apuestas de la asociación ruso-china.
Si bien los dos países no tienen un tratado de defensa mutua –como Estados Unidos lo tiene con Japón y con los países de la OTAN–, los ejercicios podrían ser una evidencia de lo que los militares llaman “interoperabilidad” o la capacidad de los militares chinos y rusos para operar juntos en un nivel práctico
Moscú y Beijing han incrementado constantemente lo que podría describirse como una “casi alianza”, dijo Artyom Lukin, un académico de relaciones internacionales en la Universidad Federal del Lejano Oriente en Vladivostok. Describió el incidente como diseñado para mostrar su poder compartido, “enviando un mensaje a Tokio, Seúl y Washington”.
“Hablando con franqueza, me sorprendió cuando leí esta noticia”, dijo Lukin. “No esperaba que esta acción fuera tan audaz y provocativa”.
Putin disfruta de una relación especial con Xi y el mes pasado transmitió públicamente su apoyo a Beijing en su actual confrontación económica con Washington. Ahora, mientras continúan las consecuencias de la gresca aérea, el mundo estará observando para ver si Xi y Putin se colocan hombro con hombro en una confrontación militar.