Nota del editor: César Grajales tiene 10 años de experiencia en diferentes campos del mundo de la política. Es fundador de la consultora Bridge 305 INC. También es cabildero registrado y director de coaliciones de la ONG La Iniciativa LIBRE. Participa semanalmente como analista político en diferentes medios de comunicación. Las opiniones en esta columna son del autor.
(CNN Español) – ¡Agosto se fue tan rápido! Aunque los últimos días previos a escribir esta columna se sintieron como un ritardando en una pieza musical, gracias a Dorian. Huracán que nos ha amenazado en la Florida con echarle vientos categoría 4 o 5 a nuestras palmeras, y desplumar sin misericordia a los loros silvestres que vuelan libres en Miami.
Por otra parte, septiembre viene cargado de muchas vainas. Por un lado, el Congreso (me refiero al de Estados Unidos para el que lee esta columna en otras partes del mundo), reanuda actividades el 9 de septiembre después de sus vacaciones de verano. Los congresistas regresan a legislar en una variedad de temas que van desde la salud hasta posiblemente la inmigración, y quizá a retomar el tema de la destitución, o impeachment, como se dice en inglés, del presidente Donald Trump. Asimismo, el 12 de septiembre será el tercer debate demócrata por las primarias presidenciales en Houston, Texas. Solo diez candidatos calificaron en esta ocasión. Será un debate interesante de ver ya que estarán en el mismo escenario el senador Sanders, la senadora Warren y el ex vicepresidente Biden; situación que no había sucedido en los dos debates anteriores.
Entre tantos temas que seguir en septiembre, hay uno del cual no se habla casi nada o nada, especialmente en español, y que tiene que ver con capitalismo de estado, nuestros impuestos y un programa federal que lleva ochenta y cinco años siendo reautorizado. Demasiado tiempo.
El Ex-Im Bank, acrónimo usado en inglés para referirse a la agencia oficial de crédito de exportación e importación del gobierno federal de EE.UU., es una institución que fue fundada en 1934 por el expresidente Franklin D. Roosevelt; en parte como respuesta al llamado desesperado de exportadores estadounidenses que no encontraban clientes en el extranjero o que los encontraban pero sin fondos. Recordemos que en 1934, la Gran Depresión azotaba económicamente al mundo entero. El banco cumplió con su función en ese momento, pero como todo programa de gobierno, este ha sido difícil de desmontar y ha sido reautorizado 16 veces más por el Congreso, y ha terminado siendo el banco de grupos políticamente conectados y el foco de algunos casos de corrupción.
La manera en que opera este banco, respaldado por nuestros impuestos, es la siguiente: una empresa estadounidense tiene un producto que quiere exportar, encuentra un cliente interesado pero este no tiene fondos para comprar el producto o simplemente no quiere arriesgar los suyos. Entonces la compañía estadounidense regresa a casa y toca la puerta del Ex-Im Bank en Washington, pidiéndole que le preste el dinero a la compañía extrajera para que le compre sus productos.
Sí, lo leíste bien, les prestamos nuestros impuestos a compañías extrajeras para que les compren a compañías estadounidenses. Países como China, México y Canadá han sido de los más beneficiados. Uno podría estar tentado a pesar que si esta inversión ayuda a crecer a nuestras pequeñas empresas, de alguna manera contribuimos al desarrollo de nuestro país, pero la verdad es que los mayormente favorecidos por este subsidio han sido corporaciones enormes como Boeing, que por cierto es la que más dinero ha tomado de este programa. Solo desde los años fiscales 2007 al 2017, el 34% de la asistencia provista por el Ex-Im Bank a exportaciones estadounidenses fue a esa compañía. General Electric y Caterpillar también son algunas de las otras compañías grandemente beneficiadas.
Como todo programa de gobierno enquistado y que ha generado favoritismos, este no ha estado exento de controversias, mal manejos de fondos y corrupción. Como lo vimos en el caso de un exagente de préstamos de esta oficina, que en 2015 se declaró culpable ante un tribunal federal por haber aceptado más de US$ 78.000 dólares en sobornos a cambio de recomendar la aprobación de solicitudes de préstamos a empresas que no calificaban. Una compañía de estas ya había incumplido previamente 10 transacciones garantizadas por el banco, lo que provocó que el Ex-Im Bank perdiera casi US$ 20 millones. Sí, US$ 20 millones de nuestros impuestos.
Este 30 de septiembre el Ex-Im Bank está supuesto a expirar y dejar de existir si el Congreso no lo reautoriza nuevamente como lo hizo en 2015. Pero como en el pasado, cabilderos que representan grandes corporaciones ya están tratando de influir a los legisladores para que este programa no expire. Algunos argumentan que mantener este programa vivo ayuda a las exportaciones del país y que eliminarlo mataría empleos.
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Pero la realidad es que en los últimos 4 años en los que el programa trabajó a media máquina, ya que no contaba con el quorum necesario para aprobar presupuestos mayores de US$ 10 millones, las exportaciones del país no se vieron afectadas ni el desempleo creció como argumentaban los que apoyan este programa, de hecho, la economía se ha fortalecido y el desempleo se ha mantenido en mínimos históricos. Como lo dice la Oficina del Censo de EE.UU., las exportaciones de bienes y servicios en 2018, US$ 2,5 billones, fueron las más altas registradas en los últimos años. Fuerte argumento en contra de los que favorecen la existencia de esta oficina.
No cabe duda de que el Ex-Im Bank es un caso de capitalismo de Estado en donde unos pocos se han estado beneficiando de la generosidad de muchos, durante años. Esta vez, hay algo muy fácil que el Congreso puede hacer para que este programa no continúe, y esto es, simplemente no hacer nada. Sí, al no discutir, debatir o considerar su reautorización, este dejará de existir.
En el pasado, políticos demócratas y republicanos han hablado contra el programa para luego contradecirse un tiempo después y abogar a favor, como fue el caso del expresidente Obama durante su campaña de 2008, y el presidente Trump durante la suya en 2015.
Septiembre llega cargado de mucha actividad política; ojalá el juego político no intervenga en la extinción de este vestigio de la época de la Gran Depresión, porque 85 años de apostar nuestros impuestos es demasiado.