Washington (CNN) – John Bolton tenía que irse porque quería cancelar el “reality show” global del presidente Donald Trump.
Durante un tiempo, el ahora exasesor de seguridad nacional, quien primero llamó la atención de Trump con su dura forma de hablar en Fox News, fue útil para el presidente, compartiendo su deseo de sacudir el mundo.
Pero como todos los demás en el disfuncional equipo de política exterior de Trump, Bolton agotó su aprobación al interponerse en el camino de los impetuosos instintos de su jefe y buscar una parte de la atención.
Solo en la extraña órbita de Trump, la salida de un asesor de seguridad nacional considerado como un ideólogo de postura agresiva puede ser visto, de alguna manera, como la eliminación de una fuerza estabilizadora. Pero tenía una visión de los intereses estadounidenses y el uso del poder de Estados Unidos que, aunque de línea dura, era predecible y lógica, y se ubicaba dentro de los límites históricos de la diplomacia estadounidense.
Sin él, Trump puede tener mayor margen para complacer sus instintos más moderados, que rara vez hacen coincidir los grandes discursos con las acciones. Y es probable que la diplomacia estadounidense refleje aún más a su autor principal. Será más impulsivo, menos estratégico y más orientado a crear momentos icónicos, como el paseo del presidente en Corea del Norte con Kim Jong Un.
El representante demócrata John Garamendi dio la bienvenida a la partida de Bolton dados sus instintos “radicales”, pero advirtió sobre la inestabilidad por venir.
“Este presidente tiene ideas propias, a menudo nos preguntamos qué hay exactamente en esa mente … el caos gobierna los días”, dijo Garamendi, miembro de la comisión de Servicios Armados de la Cámara de Representantes a Brooke Baldwin de CNN.
Trump necesita urgentemente una victoria en política exterior
Como todo en la política exterior de Trump, hay una explicación política para la última tormenta que sacudió la Casa Blanca.
El primer mandato de Trump, si bien logra traumatizar a los aliados de EE. UU. y causar un trastorno global, carece en gran parte de las grandes victorias que el gran negociador prometió en 2016.
Corea del Norte, a pesar del abrazo de Trump, no se desnucleariza. Irán se está acercando más a la construcción de una bomba nuclear después de que Trump se retirara de un acuerdo internacional. China está creciendo rápidamente y Rusia está resurgiendo después de interferir en las elecciones estadounidenses.
Eso es un problema ya que Trump contempla un registro mediocre y va en busca de logros icónicos –y anhelaba adornos, como un Premio Nobel de la Paz– rumbo a las elecciones de 2020.
El presidente se encuentra en un territorio político peligroso, con una aprobación del 39% en una nueva encuesta de CNN / SSRS. Solo el 36% de los encuestados dijo que merecía la reelección. Por lo tanto, las victorias, preferiblemente con una cobertura mediática favorable, son imperativas, y pronto.
El equipo de Trump, dada la falta de influencia o experiencia, puede tener dificultades para construir grandes avances en política exterior. Pero las cumbres llamativas funcionarán igual de bien para una Casa Blanca que convierte incluso las reuniones de rutina de Trump con líderes extranjeros en eventos de campaña diseñados para mostrarlo como estadista.
“Esto probablemente indica que Trump está desesperado por llevar a cabo una serie de acuerdos, aunque sean cosméticos, antes de las elecciones de 2020, en Afganistán, Irán y Corea del Norte y ve a Bolton como un obstáculo”, dijo Colin Kahl, un exasistente de la administración de Obama afiliado con el grupo de defensa de Política Exterior para Estados Unidos.
Si bien Bolton, quien incluso sus muchos enemigos admitirán que es un hombre de principios y un maestro del juego de Washington, sabe cómo hacer estallar cosas –como el acuerdo nuclear con Irán–, cada vez se interponía más en la diplomacia de fotografía del presidente.
Más recientemente, Bolton se opuso a la idea de Trump de llevar talibanes a Camp David cerca del aniversario del 11 de septiembre en busca de un acuerdo para traer a los soldados de regreso a Estados Unidos.
Y, según fuentes de CNN, se lo dijo a Trump a la cara, contradiciendo una llamada instintiva de un presidente que exige obediencia, de una manera que siempre acortaría su tiempo en el cargo.
Un triunfo para Corea del Norte
El escepticismo de Bolton sobre la obsesión de Trump con Kim de Corea del Norte tampoco era un secreto. Cuando Trump propuso su plan para visitar a su amigo por correspondencia en la Zona Desmilitarizada en junio, Bolton se fue a Mongolia. Contradijo al presidente al decir que las pruebas de misiles de corto alcance del Norte contravenían las resoluciones de la ONU. Pyongyang respondió llamándolo “defecto humano”.
Y la adopción de Trump de su posición de línea dura en la desnuclearización parece haber sido parte del colapso de la cumbre de Hanoi a principios de año.
De hecho, la partida de Bolton representa una victoria para Corea del Norte, que había estado intentando durante meses a través de sus medios oficiales abrir una brecha entre él y Trump. Ahora, casualmente, la nación rebelde dice que está lista para hablar nuevamente con Estados Unidos.
Bolton también fue un obstáculo para Trump cuando se trataba de Moscú. Mientras el presidente pasó la reciente cumbre del G7 haciendo que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, volviera al club, Bolton nunca abandonó sus ardientes sospechas de la Guerra Fría.
Trump también parece culpar a Bolton, un halcón no reconstruido, por llevarlo al borde de la guerra con Irán después del derribo de un dron estadounidense sobre el Golfo de Omán.
Sin él, Trump tendrá un mayor margen para perseguir sus esperanzas de organizar una sorprendente reunión con el presidente de Irán, Hassan Rouhani, en la Asamblea General de las Naciones Unidas a finales de este mes.
Es poco probable que Bolton se vaya en silencio dado su talento para las relaciones públicas y la larga lista de contactos con los medios. Parece poco probable que, mientras promociona su libro, emule el silencio obediente pero embarazoso sobre Trump del exsecretario de Defensa James Mattis.
Cuando Bolton haga memoria de sus 19 meses en la Casa Blanca, podrá reclamar varias victorias para su escuela de política exterior de línea dura. La administración Trump prohibió a un fiscal de la Corte Penal Internacional visitar Estados Unidos. Estados Unidos también se retiró del Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Y bajo su supervisión, Estados Unidos se retiró del acuerdo nuclear con Irán.
Y el exasesor de seguridad nacional podría haber tenido éxito en uno de sus actos finales al matar un acuerdo con los talibanes que los críticos ven como una forma de intentar ocultar una rendición estadounidense.
Pero el fuerte respaldo de Bolton a lo que parecía un intento de golpe en Venezuela por parte del líder opositor Juan Guaidó no funcionó e hizo que la administración Trump pareciera tonta.
Finalmente, la partida de Bolton es reveladora por todas las ideas que ofrece sobre la vida dentro de la Casa Blanca de Trump.
Su momento, en la víspera de las conmemoraciones del aniversario del 11 de septiembre, también fue apropiado. Bolton fue casi el último remanente del establecimiento neoconservador de política exterior que tomó el poder después del peor ataque terrorista del mundo.
Gran parte de la antipatía de Trump hacia los enredos extranjeros, como la invasión de Iraq y la guerra más larga de Estados Unidos que está tratando de terminar, surge de las políticas implementadas por Bolton y sus secuaces.
El actual presidente parece no tener una doctrina organizada, más allá de su mantra “Estados Unidos Primero”, que es principalmente una rama de su retórica de campaña basada en la creencia de que el resto del mundo está constantemente estafando a Estados Unidos.
Felices de que Bolton se haya ido
El choque de personalidades de Bolton con Trump también ofrece una idea de cómo funciona esta administración.
Se convirtió en el último funcionario clave de política exterior en cruzar una línea roja invisible para Trump: la apariencia de tener una agenda y una base de poder que es distinta de la del presidente.
Fuentes de la Casa Blanca dijeron a CNN el martes que creían que Bolton había filtrado a la prensa los planes ahora cancelados de Trump para albergar a los talibanes en Camp David.
Poco después de que Trump despidiera a Bolton, por tuit, dos de sus antiguos antagonistas, el secretario de Estado Mike Pompeo y el secretario del Tesoro Steven Mnuchin, apenas pudieron ocultar sus sonrisas.
Los dos hombres también mostraron que habían aprendido las lecciones de cómo trabajar para Trump, lo que Bolton aparentemente nunca absorbió, es decir, apaciguar sus instintos más salvajes y no mostrar deslealtad.
“Trabajamos muy de cerca con el presidente de Estados Unidos”, dijo Pompeo, quien no es tan diferente ideológicamente a Bolton, pero está muy lejos de manipular a Trump.
“No creo que ningún líder en el mundo deba asumir que, por que alguno de nosotros se vaya, la política exterior del presidente Trump cambiará de manera material”, dijo.
El comentario de Pompeo reflejó una realidad, que el resto del mundo, especialmente los aliados de EE. UU. y los subordinados de Trump, han aprendido durante dos años y medio tumultuosos. La política exterior de Estados Unidos no sigue precedentes, doctrinas ni ningún curso predecible.
Es lo que Trump diga que es en un momento dado. Y las personas que trabajan para él pueden vivir con eso o irse.