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Nota del editor: Samantha Vinograd es analista de seguridad nacional para CNN. Trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama desde 2009 a 2013 y en el Departamento del Tesoro durante la presidencia de George W. Bush. Síguela en @sam_vinograd. Las opiniones expresadas en este artículo son propias de la autora.

(CNN) – Mientras la comunidad internacional trabaja para definir quién es responsable del ataque más reciente a las instalaciones petroleras saudíes, el gobierno de EE.UU. apuntó a Irán.

A pesar de que inicialmente se responsabilizó a los hutíes, un grupo rebelde respaldado por Irán, el secretario de Estado Mike Pompeo culpó directamente a Irán y dijo que los ataques no se habían originado en Yemen.

Si bien Irán niega ser responsable, Arabia Saudita emitió una declaración el domingo en la que aseguró que el ataque “pudo haber venido tanto de Iraq como de Irán”. Si se halla culpable a Irán, el del sábado sería el más reciente de una escalada de ataques por parte del régimen contra Estados Unidos, nuestros aliados y nuestros intereses.

Esta escalada llega días antes de que el presidente Donald Trump y el presidente de Irán Hassan Rouhani coincidan en Nueva York para la reunión anual de la Asamblea General de las Naciones Unidas. La Casa Blanca no ha descartado una posible reunión entre ambos líderes. De ocurrir, ya sea en Nueva York o en el futuro, su éxito sustantivo dependerá de que Trump reconozca, y esté dispuesto a cerrar, algunas de sus heridas políticas autoinfligidas.

Mal chico de por vida

Mientras los analistas repasan el origen de los ataques del sábado en Arabia Saudita, ya algo queda en claro: Irán está implementando su propia campaña de máxima presión para persuadir a Estados Unidos de levantar las sanciones y darle acceso a ingresos de suma necesidad. Mientras Estados Unidos se apoya en las sanciones para castigar las actividades iraníes evaluadas como ilegales -como su apoyo al terrorismo y la reanudación de su actividad nuclear-, Irán emplea tácticas violentas para promover su agenda.

Irán recientemente reforzó sus actividades terroristas en aguas internacionales claves, como cuando desvió un petrolero de bandera británica a uno de sus puertos, una movida que las autoridades británicas calificaron como ilegal. Alrededor de la misma fecha, fuerzas estadounidenses destruyeron un dron iraní que se acercó al buque insignia USS Boxer, y si bien Irán negó el ataque, Estados Unidos los culpó por los ataques a los petroleros cerca del estrecho de Ormuz.

Irán apoya también a milicias en países como Iraq y Siria que amenazan a Estados Unidos y a sus aliados como Israel. El gobierno anunció este mes que tenía nuevos datos de inteligencia que indicaban “un intensificado riesgo de que fuerzas iraníes o quienes ellos emplean estaban considerando un ataque inminente a las fuerzas o intereses estadounidenses en el Golfo Pérsico o en Iraq”. Algunos homólogos extranjeros expresaron su escepticismo sobre este reciente anuncio, pero la comunidad de inteligencia declaró públicamente en enero que milicias respaldadas por los iraníes en Iraq seguían siendo la amenaza primaria al personal de EE.UU. en ese país, y esperaban que la amenaza aumentara.

La comunidad de inteligencia de EE.UU. también evaluó que Irán continuará desarrollando y manteniendo sus capacidades terroristas para disuadir o tomar represalias contra quienes percibe como sus enemigos.

Como el mayor estado patrocinante del terrorismo, el régimen iraní tiene antiguos antecedentes a favor de la violencia y tan solo el año pasado fue acusado de planear un asesinato en Dinamarca y un ataque bomba en París. Irán negó estar involucrada en alguno de los dos planes.

Con capacidades cibernéticas avanzadas, Irán supone una amenaza también en el ciberespacio. Tiene la intención y capacidad probadas -incluso en contra de Saudi Aramco-de lanzar ciberataques en el ámbito mundial. El Departamento de Seguridad Nacional y el FBI advirtieron en junio que Irán ha incrementado sus ciberataques contra Estados Unidos ante las tensiones crecientes.

En otras palabras, la matriz de la actividad maligna de Irán no se está reduciendo en tamaño sino que se podría argumentar que se está expandiendo.

No incentive el mal comportamiento

Mientras que los antecedentes de las actividades ilegales de Irán preceden a Trump —y probablemente duren más que su tiempo en el cargo— sus decisiones han exacerbado las tensiones con Irán. Su decisión de incluir a los cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica como una organización terrorista extranjera fue recibida por el Pentágono con la advertencia de que la designación podría poner en riesgo a las tropas estadounidenses.

Su decisión de retirarse del acuerdo nuclear con Irán no solo ha llevado a este país a incrementar los ataques contra Estados Unidos y sus aliados, sino que también ha reintroducido de manera innecesaria una amenaza nuclear cuando enfrentamos tantas otras amenazas. Ahora que Irán está reiniciando las actividades que estaban prohibidas bajo el acuerdo nuclear, como traspasar un límite en sus reservas de uranio de bajo enriquecimiento y el enriquecimiento de uranio a un nivel más alto que lo permitido, los expertos de seguridad nacional estadounidenses han tenido que lidiar con la preocupación adicional de una amenaza nuclear renaciente.

Si no se encuentra una salida real para Irán, las tensiones y ataques probablemente continuarán. Esto podría impactar en la seguridad nacional estadounidense de varias maneras. Irán apoya a agentes por todo el Medio Oriente, y eso incluye proveerles de tecnología de drones de drones, armas e inteligencia de avanzada.

Un panel de expertos de la ONU concluyó que Irán ha provisto tecnología de drones a los hutíes en Yemen, y que eso está impactando más allá de las fronteras de Yemen. Los hutíes han lanzado ataques a Arabia Saudita este año, y no son los únicos agentes iraníes que están atacando al reino saudí. Funcionarios de inteligencia estadounidenses determinaron que el ataque en mayo contra una estación de bombeo de petróleo saudí fue lanzado desde Iraq por una milicia apoyada por Irán. Irán también ha ayudado al Hezbollah libanés a mejorar sus capacidades.

Una amplia gama de blancos fáciles - incluyendo instalaciones energéticas - aún existen en Arabia Saudita y por toda la región. Después de que Pompeo culpara a Irán por el ataque del sábado, Irán advirtió que “todos deberían saber que todas las bases estadounidenses y sus portaaviones que estén a una distancia de hasta 2.000 km a la redonda de Irán están dentro del alcance de nuestros misiles”. Ya hemos enviado más activos militares a la región y hemos llevado a cabo operaciones cibernéticas contra Irán recientemente, pero corremos el riesgo de meternos en una carrera armamentista sin fin si no llegamos a identificar una manera creíble de reducir las tensiones.

Minuto de Nueva York

Entonces, ¿qué debería hacer el gobierno de Trump? Hacer responsable a Irán por sus inaceptables acciones es un aspecto central de cualquier estrategia coherente sobre ese país, pero hasta la fecha el gobierno padece las heridas autoinfligidas y la falta de una estrategia pensada para traer a Irán de vuelta a la mesa de negociaciones.

Ya sea una reunión entre Trump y Rouhani en Nueva York o discusiones privadas entre expertos estadounidenses e iraníes para exponer los parámetros de negociaciones significativas, el equipo de Seguridad Nacional no debería dejar de ver el panorama más amplio: Irán es un mal actor, pero al tomar decisiones equivocadas el gobierno de EE.UU. ha agravado esas amenazas. Conjurar cualquiera de esas amenazas, comenzando por aquellos de naturaleza nuclear, debería ser una prioridad. Para hacerlo el presidente tendrá que hacer algo impropio: reconocer que estaba equivocado al salirse del acuerdo nuclear sin un plan realista para renegociarlo.

(Traducción de William Montes)