(CNN Español) – “Nosotros decimos que queremos la paz, pero no la paz de los arrodillados”.
La afirmación es de “Giovanny”, un instructor del Frente Primero de las disidencias de las FARC, que opera en el departamento del Putumayo, en el sur de Colombia, fronterizo con Ecuador. Y resume lo que piensan muchos de los hombres y mujeres que integran esta facción armada.
Este es apenas uno de los 23 grupos que, según la Fundación Paz y Reconciliación (Pares), operan ya en Colombia. Son guerrilleros de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que no entregaron sus armas tras el acuerdo de paz que el Gobierno del entonces presidente Juan Manuel Santos firmó con los rebeldes, ahora agrupados en el partido político Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, también FARC.
En el informe especial Colombia, vuelta a las armas, realizado por CNN, varios de los jefes del Frente Primero de las disidencias desconocen la autoridad de sus antiguos jefes, a quienes califican de traidores.
“En realidad los que negociaron eso (la paz) fueron los grandes jefes y en realidad fue un error que ellos cometieron, porque la mayoría de los guerrilleros no estaban de acuerdo con ese proceso. Muy bien sabemos que el gobierno no cumple. Prácticamente es mentiroso. Se comprometen a darle a los campesinos cualquier cosa y nunca les dan”, sostuvo “Jorge”, un integrante de esta disidencia al ser entrevistado por el equipo periodístico.
La situación es preocupante. Según Ariel Ávila, analista e investigador principal de Pares, ya son casi 2.500 los hombres y mujeres en estos grupos, que operan en 85 municipios de Colombia. De ese total, unos 1.800 son antiguos guerrilleros y el resto, entre 600 y 700, nuevos reclutas.
“De aquí a enero, Colombia va a saber si (…) son una nueva guerrilla, o son una cosa que en Colombia se llaman procesos de bandolerización. Es decir, estructuras criminales que comienzan a descomponerse”, dice Ávila.
¿De qué depende ese resultado? Al parecer, de la cantidad de mandos que vayan a las disidencias. “Y en este punto, saber qué pasa con nueve mandos: ‘Iván Márquez’, ‘Santrich’, ‘Aldinever’, ‘Romaña’, ‘El Paisa’, será determinante para llevarlos o a la bandolerización o a la nueva guerrilla”, dijo Ávila a CNN en Español.
En el especial periodístico Colombia, vuelta a las armas, queda en evidencia que las llamadas disidencias, al menos en la que vimos que opera en el departamento del Putumayo, están reclutando y entrenando a menores de edad, y se preparan para la que llaman “la continuidad de la lucha armada contra el Estado”.
Para el presidente de Colombia, Iván Duque, estos grupos, incluido el Frente Primero de las disidencias, no son más que bandas criminales al servicio del narcotráfico y sin ideología política alguna.
En palabras de Emilio Archila, alto consejero para la Estabilización y la Normalización: “Ellos no son disidencias. Lo que son es traidores. Traicionaron el proceso, traicionaron a las víctimas, traicionaron su palabra, son una absoluta minoría, que no está teniendo eco ni en las bases ni en los jefes de las antiguas FARC. Aparte de eso, carecen por completo de ninguna ideología y de ninguna reivindicación social. Luego, forman parte del largo listado de grupos de narcotraficantes a los cuales nosotros, los Estados Unidos y la comunidad internacional tienen que combatir”.
Pero el número de combatientes de estos grupos va en aumento. Especialmente porque operan en zonas de cultivos ilícitos, cerca de la frontera con Ecuador y Venezuela. Hoy en Colombia, según recientes cifras del Departamento de Estado de EE.UU., hay cerca de 210.000 hectáreas cultivadas con coca.
La disidencia interpreta a su modo la interacción que tiene con el negocio del narcotráfico, al menos según las palabras de Ebimelec Eregua Torres, alias “Alonso 45”, jefe del Frente Primero: “Nosotros podemos decir: ‘Vamos a acabar la coca’. Con coca o sin coca nosotros subsistimos. Pero miremos la ayuda al campesino. De eso es que vive el campesino. Que dicen que donde estamos nosotros la coca nos está fortaleciendo… No. Al campesino le arrancan una hectárea y siembra cinco. El Ejército va arrancando adelante y ellos van atrás. Ya lo que tiene que ver con nosotros, que nos tildan que somos narcotraficantes… nosotros de lo que vivimos es de un impuesto. Mas no sembramos coca. No la exportamos, nada. Solo que como tenemos dominio en áreas coqueras, cobramos un impuesto”.
Todo esto ocurre en momentos en que antiguos jefes de las FARC como Luciano Marín Arango, “Iván Márquez”, y Seuxis Paucías Hernández Solarte,”Jesús Santrich”, junto con otros temidos exjefes de esa desmovilizada guerrilla, han anunciado que retoman las armas para enfrentar de nuevo al Estado con el argumento de que el Gobierno incumple los acuerdos de paz de La Habana.
Pero a estos líderes, incluido un exnegociador de la paz como “Iván Márquez”, no les resultará fácil tener el mando unificado y control de las llamadas disidencias.
“Alonso 45” tal vez haya resumido en su entrevista con CNN las expectativas: “Y muchos de los combatientes que han llegado a unirse a nosotros miraron la realidad de nosotros. Miraron de que podían vivir con nosotros. Esto no es un refugio que entonces ahora van a venir a refugiarse aquí a esperar, como muchos han dicho, ‘voy a esperar cómo nos cumple el Gobierno’. No. Si se van a venir, vénganse y con condiciones. Eso sí le hemos hecho claridad nosotros a ellos. Las puertas están abiertas. Nosotros tampoco podemos decir: No es que somos nosotros y ustedes allá. Si alguien quiere y mira la razón que llevamos nosotros aquí, están bien”.
Para los críticos del acuerdo de paz, como el legislador Edward Rodríguez, del partido oficialista Centro Democrático, el auge de las disidencias no es sino una muestra de la ruina del acuerdo que logró el expresidente Santos.
“El proceso de paz de Juan Manuel Santos con las FARC ha sido un fracaso. Que esto tiene que replantearse. Y que aquellos que han sido beneficiarios de ese proceso con Juan Manuel Santos tienen que replantear aun el propio acuerdo. Y esto es generar un gran pacto nacional como siempre lo quisimos hacer para que esas personas que hoy están preparándose para una nueva guerra, que están atemorizando y extorsionando, pues sepan que la legalidad les va a ganar. Y que el que la hace la paga”, dijo el legislador en diálogo con CNN.
El partido político FARC, a través de su director Rodrigo Londoño “Timochenko”, ha rechazado totalmente el anuncio de Márquez y de otros exjefes guerrilleros de volver a empuñar las armas. “Es una vergüenza”, dijo Londoño el 29 de agosto.Varios legisladores del partido político FARC, como el senador Julián Gallo, más conocido como “Carlos Antonio Lozada”, también han manifestado públicamente su preocupación por el incremento de las disidencias en Colombia.
Para muchos conocedores del conflicto armado, como el periodista independiente Jorge Enrique Botero, que ha cubierto la confrontación entre el Estado y los rebeldes durante más de 30 años, hay muchas señales preocupantes sobre el futuro de la frágil paz en el país.
“Vamos a presenciar dentro de muy pocos meses, o un año o dos años, la misma historia que estábamos viviendo antes de que se iniciaran los diálogos de paz de La Habana. A mí lo que me produce es una enorme tristeza registrar que Colombia pareciera condenada a tener en su ADN la violencia como elemento central de su vida”, dice con pesar Botero, quien fue el productor y realizador en el terreno de las entrevistas e imágenes con los disidentes del Frente Primero de las FARC.
Por el momento, el presidente Duque ha dado la orden de combatir sin tregua a estos grupos. Las Fuerzas Militares han asestado varios golpes a estas estructuras que ya amenazan con desestabilizar las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados y concejales, previstas para el 27 de octubre. Varios candidatos han sido asesinados y otros han recibido bajo amenaza, principalmente en las zonas en las cuales operan las disidencias.
En las calles, los ciudadanos se ven preocupados por el posible recrudecimiento de la violencia, mucho más cuando pensaban que ya podrían pasar la página oscura de más de 50 años de conflicto armado con las FARC. Pero ahora esta amenaza reaparece con nuevos bríos, como los reflejamos en el especial Colombia, vuelta a las armas.