Nota del editor: Roberto Troya, vicepresidente para América Latina y el Caribe en WWF (World Wildlife Fund), es experto en política ambiental internacional, con una sólida experiencia en planificación estratégica y gestión. Tiene una maestría en derecho por la Facultad de Derecho de Harvard y un doctorado por la Universidad Católica de Ecuador. Las opiniones expresadas en esta columna son exclusivas del autor.
(CNN Español) – Doce años después del II Congreso de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) sobre las áreas protegidas, realizado en Bariloche (Argentina), los países de Latinoamérica volvemos a reunirnos. Esta vez, en Lima (Perú), para analizar el estado de estos espacios de invaluable importancia para la vida de numerosas especies, entre ellas la humana.
El III Congreso de Áreas Protegidas de América Latina y el Caribe (Caplac), que tendrá lugar del 14 al 17 de octubre, se celebra en un contexto de claroscuros: de alarmante preocupación por el fuego en la Amazonía además de en otras regiones de Bolivia y Paraguay, y de aliento, por lo avanzado en la región durante la última década, que coloca a esta zona del planeta como un ejemplo de voluntad a seguir en otras latitudes.
Las llamas en el Amazonas hicieron que el mundo pusiera los ojos en el bosque tropical más grande del orbe, hábitat del 10% de la biodiversidad del planeta y hogar de más de 34 millones de personas, incluyendo cerca de 500 pueblos indígenas. Kilómetros de ese territorio están en áreas protegidas.
Las consecuencias aún son impredecibles pero podemos inferir que agravarán la crisis ambiental planetaria.
Del otro lado del bosque están los resultados obtenidos por América Latina de acuerdo a su compromiso con la Meta 11 de Aichi (1): la mayoría de los países cubre o están muy próximos a cumplir el 17% de su protección en zonas terrestres y aguas continentales y el 10% en zonas costero-marinas. La mitad de la superficie terrestre protegida de la región está en territorio brasileño y la superficie costero-marina protegida está principalmente representada por Brasil, Chile y México.
Desde 2008, el número de áreas creadas en América Latina aumentó un 37% para las terrestres y un 33 por ciento para las costero-marinas. La superficie terrestre protegida se incrementó un 12%(540.000 km2) y la costero-marina un 83% (2.800.000 km2).
Aún con el cumplimiento de lo prometido, existe preocupación por el deterioro global de la naturaleza a causa de la actividad humana, lo que apuntala, desafortunadamente, la teoría de una eventual extinción masiva, la sexta en la historia del planeta. Así lo advierten el Informe Planeta Vivo 2018 de WWF (2) y el Informe 2019 del IPBES (3).
El 2020 es un año decisivo, pues los compromisos ambientales a los que se llegue, serán determinantes para el futuro del planeta y la humanidad. El 2020 es la última oportunidad para revertir la tendencia de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), prevenir las consecuencias del cambio climático y encaminar al mundo hacia un desarrollo sostenible, que incluya un nuevo plan de acción global para detener y revertir la pérdida de biodiversidad global.
Los desafíos
En torno a las áreas protegidas y conservadas, la región enfrenta retos importantes, entre ellos un apoyo financiero insuficiente a largo plazo para la aplicación de modelos de gobernanza apropiados y equitativos, la carencia de un manejo efectivo y el aumento de eventos de degradación, reducción y anulación de la protección de estas áreas, que pueden intensificar la pérdida de biodiversidad, la deforestación y las emisiones de carbono.
El III Congreso Latinoamericano y del Caribe de Áreas Protegidas es el foro ideal para el intercambio de experiencias, el debate sobre la formulación e implementación de políticas públicas, investigación y academia, gracias a la participación activa de líderes comunitarios, políticos, especialistas, autoridades y organizaciones de la sociedad civil. Es también un espacio clave para articular los esfuerzos y resaltar el valor para la población de las áreas naturales protegidas y su biodiversidad, visibilizar las prácticas locales de conservación existentes y, sobre todo, generar el compromiso político necesario en Latinoamérica, en ruta hacia el Nuevo Acuerdo para la Naturaleza y las Personas al 2020.
¿Por qué es importante conservar estas áreas? Por los beneficios para la seguridad alimentaria, la provisión de agua para consumo humano, la conservación de procesos ecológicos, la generación de energía eléctrica, la educación y la recreación, entre otros.
Del III Congreso Latinoamericano y del Caribe de Áreas Protegidas habrá de emanar la Declaración de Lima, una oportunidad para que actores de la región posicionen a las áreas protegidas dentro de los objetivos más amplios del desarrollo sostenible, el cambio climático y el respeto a los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales a participar en las decisiones y el uso sostenible de las tierras que históricamente habitan a través de soluciones prácticas, innovadoras, y replicables que armonicen los objetivos de conservación y desarrollo humano.
En estos cuatro días de conversaciones y debate, América Latina y el Caribe deberán mostrar su decisión para defender la biodiversidad en una región de más de 600 millones de habitantes, e impulsar un Nuevo Acuerdo para la Naturaleza y las Personas, que movilice a millones a acabar con la extinción de especies, reducir a la mitad la huella ecológica de la producción y el consumo y proteger y conservar 30% de las áreas terrestres, de agua dulce y océanos y manejar efectivamente un 20% adicional.
(1) Las metas AICHI son 20, alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y agrupadas en cinco objetivos estratégicos planteadas por los representantes de gobierno de 196 países firmantes de la Convención de Diversidad Biológica (CBD) durante la COP 10 sobre biodiversidad que se llevó a cabo en la provincia de Aichi, Japón en el 2010. Estas metas, que deberán cumplirse en el 2020, forman parte del Plan Estratégico para la Diversidad Biológica 2011-2020 que tiene el propósito de detener la pérdida de la naturaleza: el soporte vital de todas las formas de vida en el planeta, particularmente de la nuestra.
(2) América Latina ha sufrido la disminución más dramática de vertebrados en el mundo con un 89% de pérdida de 1.040 poblaciones de 689 especies estudiadas desde 1970. Estas poblaciones han tenido un declive de 4,8 % anual en un área que corresponde a la región biogeográfica del Neotropical, que se extiende desde el centro de México hasta la Patagonia y donde se encuentran tres de los países más biodiversos del mundo: Brasil, Colombia y México.
(3) La diversidad biológica -la esencial variedad de formas de vida en la Tierra- continúa en declive en todas las regiones del mundo y va reduciendo significativamente la capacidad de la naturaleza de contribuir al bienestar de las personas. Esta alarmante tendencia pone en peligro las economías, los medios de vida, la seguridad alimentaria y la calidad de vida de las personas de todo el mundo.