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Nota del editor: Tom Steyer es el fundador de NextGen America y Need to Impeach y es aspirante a la candidatura demócrata en la campaña presidencial de 2020. Las opiniones expresadas aquí son propias del autor.

(CNN) – Hace unas semanas, pasé una tarde en Reno, Nevada, marchando con miembros de Trabajadores Automotrices Unidos, UAW por sus siglas en inglés, frente a un establecimiento de General Motors. Mientras GM embolsaba fuertes ganancias, al momento de esa visita, muchos trabajadores no habían visto un aumento salarial justo en más de una década.

Cuando las corporaciones escriben las reglas, se puede apostar que los ejecutivos recibirán bonificaciones, los accionistas recibirán dividendos y los trabajadores serán estafados. Según el Instituto de Política Económica, la proporción salarial entre el director ejecutivo y el trabajador regular ha pasado de 20 a 1 en 1965, a 278 a 1 en 2018.

El avance corporativo hostil de nuestro gobierno se ha visto impulsado por cuatro décadas de políticas republicanas destructivas y por la incapacidad de los demócratas de corregir estas políticas cuando estuvieron en el poder. Es un insulto a la dignidad de la gente trabajadora y ha llevado a niveles históricos de desigualdad salarial en nuestro país.

Todo el sistema es económica y moralmente retrógrado.

Soy progresista y capitalista, pero está claro que el capitalismo desenfrenado ha fracasado. Nos metimos en este lío gracias a los republicanos y a los intereses especiales que protegen y promueven los intereses de las corporaciones y de la gente adinerada a expensas del pueblo estadounidense. Según el Instituto de Impuesto y Política Económica, la mitad de los beneficios del recorte fiscal de Trump irán al 5% más adinerado de los estadounidenses el próximo año.

Me postulo a la presidencia para detener y revertir esa tendencia. Para que los demócratas ganen en 2020 y gobiernen eficazmente, debemos presentar un plan sólido para el crecimiento de la economía que sea más equitativo, y que no sacrifique la innovación que impulsa nuestra fuerza competitiva.

Quiero ser claro: un sistema socialista o la nacionalización de ciertos sectores no son la solución. En cambio, creo en una agenda económica de “las personas por encima de las ganancias”. Así es como funcionaría.

Hay que quebrar el dominio corporativo sobre nuestro gobierno

Actualmente, los contaminadores industriales siguen envenenando nuestro aire y agua, y los grandes bancos siguen arriesgando la seguridad de jubilación de los ancianos, dando prioridad a las ganancias, por encima del buen interés de la gente.

Llegó el momento de que el pueblo estadounidense escriba las reglas para que podamos revertir los niveles históricos de inequidad en nuestro país y cumplamos las políticas progresistas que fomenten una economía que funcione para todos.

Esto implica renovar las negociaciones entre las empresas y el trabajo organizado, aumentando el salario mínimo a US$ 15 por hora y expandiendo el crédito tributario a los ingresos laborales, lo que aumenta el salario de los estadounidenses que viven al día con su sueldo y los ayuda a mantener a sus familias.

Creo defender y fomentar el trabajo organizado, la primera y última línea de defensa contra el dominio corporativo. Los sindicatos protegen a los trabajadores de la explotación, defienden el derecho de tener una paga digna y responsabilizan a las corporaciones para que el trato a sus trabajadores sea más justo.

Una democracia saludable implica un gobierno que funcione para la gente, y no solo para los políticos. Y los sindicatos fuertes implican corporaciones que funcionen para los trabajadores, y no solo para los directores ejecutivos.

Hay que invertir en nuestra gente

Tenemos que trabajar más y mejor para reorganizar los incentivos económicos esenciales que protegen a nuestra clase media y promueven un crecimiento económico fuerte y sostenible.

Esa es una de las razones por las que he estado pidiendo un impuesto a la riqueza: un impuesto patrimonial anual de 1% para el 0,1% de los estadounidenses más adinerados. Si uno tiene más de US$ 32 millones, pagará un centavo por cada dólar que tenga por encima de ese nivel. Sin deducciones, sin exenciones, sin lagunas fiscales. Durante el transcurso de la próxima década, según el Instituto de impuestos y política económica, este impuesto generaría más de US$ 1 billón, que podríamos luego invertir a su vez en el pueblo estadounidense.

Eliminar las brechas en las oportunidades, garantizando la movilidad económica y fortaleciendo el crecimiento futuro, requiere inversiones a largo plazo en educación, salud, inmigración, infraestructura, ciencia e investigación.

Estas prioridades han sido destruidas por casi 40 años en favor de una filosofía de donación y goteo corporativo que nunca ha funcionado.

La economía estadounidense depende del sector privado y podemos movilizar al sector privado en la dirección correcta poniendo al pueblo estadounidense a cargo de cómo las corporaciones llevan a cabo sus negocios. Cuando la gente dirige la economía, podemos desatar el potencial innovador que nos ha ayudado a liderar en el mundo.

Tomemos a Los Ángeles en los años sesenta como ejemplo, en donde las escuelas cerraban regularmente los “días de esmog”. El sur de California era conocido como la capital mundial de la contaminación.

Pero en ese momento, el pueblo estadounidense logró que el sector automotriz se responsabilizara de su contaminación. En ese momento, a pesar de que grupos de presión del sector intentaron bloquear la acción, el Congreso respondió a los millones de estadounidenses que pedían un cambio, y aprobó la Ley de Aire Limpio. Las regulaciones resultantes ayudaron a estimular una innovación dirigida, que condujo a la invención de catalizadores y depuradores de chimeneas, al cambio en industrias globales y mejoró innumerables vidas.

Mi campaña para la presidencia es diferente porque sé qué se requiere para invertir y construir la prosperidad en la economía actual. A diferencia de Donald Trump, no heredé cientos de millones de dólares de mis padres. Inicié mi empresa de inversión por mi cuenta en una sala sin ventana y la expandí hasta convertirla en una empresa internacional multimillonaria.

Puedo desafiar a Donald Trump en la economía y exponerlo por lo que es: un fraude y un fracaso.

Todos sabemos que las elecciones de 2020 se reducirán a la economía, en particular a medida que los planes económicos de Trump se derrumban. Es crítico que los demócratas implementen un plan para la economía que sea fuerte y justo, un plan que pueda resistir los embates de Trump. Creo que soy el demócrata mejor posicionado para hacerlo.

Para mí, anteponer la gente a las ganancias es más que solo palabras. En los últimos 10 años, he organizado a millones y me he enfrentado a las grandes empresas petroleras, tabacaleras y farmacéuticas, y les he ganado a todas.

Cuando la economía empodere a todos los estadounidenses, podremos revertir décadas de ideología republicana que siempre ha favorecido a las corporaciones por encima de la gente.

Lo que está en juego no podría ser más importante en esta elección. Un presidente sin ley pone a prueba nuestras normas constitucionales cada día y nos ha colocado directamente en el camino hacia una inminente recesión.

El partido demócrata está en una encrucijada. Si me eligen presidente, prometo ofrecer un nuevo camino hacia adelante, un camino que no solo corrija nuestros errores morales, sino que reforme nuestra economía de manera fundamental, con incentivos que siempre pongan primero al pueblo estadounidense.

Traducción de William Montes