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Nota del editor: Michael D’Antonio es autor del libro “Never Enough: Donald Trump and the Pursuit of Success” y coautor con Peter Esner de “The Shadow President: The Truth About Mike Pence”. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.

(CNN) – En el pecho de Donald Trump late un corazón herido. Es esa parte en él que no soporta que se comparta por todo Internet una foto suya poco halagadora. Esto le ocurrió una semana atrás cuando se compartió en las redes sociales una foto en la que parece que el viento le hizo volar la cubierta o, mejor dicho, el pelo al presidente exponiendo la línea blanca entre un bronceado anaranjado y la línea de nacimiento del cabello.

Otras imágenes del mismo momento muestran un contraste de color menos marcado en la línea de nacimiento capilar del presidente, causando especulación de que la foto viral había sido editada. Confirmando la especulación, en la cuenta que publicó la foto se afirmó que era controlada por un fotógrafo de nombre William Moon, que dijo que el color de la foto había sido alterado usando la aplicación para fotografías de los teléfonos inteligentes Apple.

“…obviamente retocada,” resopló Trump cuando la foto rodó por internet. “¡Cualquier cosa con tal de humillar!”

Tiene razón en que algunas personas desagradables harán cualquier cosa para humillar a los demás. Pero dado que Trump ha hecho más que nadie para traernos la espantosa atmósfera en los medios que ahora debemos soportar -con burlas, engaños e insultos continuos- es difícil evitar pensar que le han dado un poco de su propia medicina. Pero a un nivel más profundo, este incidente explica la política en la era Trump y sugiere cómo es posible usar en su contra su método de comunicación masiva.

Trump, debemos recordar, accedió al poder y a la fama dándoles a otros el mote de feo (o peor) y humillándolos con despreciables apodos. Como un empresario en busca de publicidad, y luego en su trabajo como un presentador de realidad en televisión, Trump regularmente criticó a otros por ser gordos, no atractivos o insuficientemente sexy. Las mujeres recibieron la mayoría de estos crueles comentarios, pero algunos hombres, en particular los bajos, que se convirtieron también en objeto de mofa.

Por pueriles que hayan sido los despreciables comentarios de Trump, se emitieron en un estilo que asemeja la cháchara provocadora de un presentador de radio en algunos programas y podcasts. El método le permitió crear la ilusión de que quizás tan solo estaba bromeando, como un humorista de insultos que crea una tensión especial y excitante comportándose de un modo que en otra situación le valdría un puñetazo a la nariz. Las “bromas” fortalecieron el vínculo de Trump con su público, que con la seguridad de quien está fuera de la línea de fuego, se deleitó con el espectáculo.

Con el ascenso de los medios sociales, Trump pudo enviar ataques todo el día, esperando que uno encendiera la mecha. Sus seguidores se sumaron a la acción, amplificando y difundiendo los ataques. De este modo, los horribles apodos que Trump asignó a sus opositores y las fotos con espantosas leyendas se convirtieron en “memes”, que se difundieron como virus.

Los memes más potentes hacen explotar las emociones humanas más bajas como el miedo, la repulsión y el odio. También hace que sus seguidores se sientan parte de una comunidad de almas unidas por sus pensamientos, o quizás, por sus odios. De este modo, los insultos funcionan como propaganda en tiempos de guerra, haciendo que la gente sienta que es parte de una batalla urgente contra un enemigo que, digámoslo, no es humano en el mismo sentido que nosotros.

Como presidente, Trump ha reemplazado el viejo adagio de James Carville “Es la economía, estúpido” por “Son los memes, estúpido”. Sea que publique un video falso que lo muestra golpeando a un hombre con el logo de CNN en lugar de una cara o bien una imagen (ridículamente) retocada para mostrarlo como el héroe de películas Rocky, Trump siempre está ocupado enviando mensajes viscerales que se pasan por alto el palabrerío y golpean directo a nuestros sensores emocionales.

Cuando Trump recientemente retuiteó una imagen falsa de la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y del senador Chuck Schumer ataviados como musulmanes, se apoyó en tropos intolerantes para provocar el odio contra ellos y los musulmanes. Como lo hace un meme, una simple imagen entregó un mensaje complejo que evita el pensamiento y apela directamente a la emoción del espectador.

Trump aventaja por mucho a sus rivales en el uso de los memes, y lo hace con la ayuda de sus seguidores que se dedican a crear nuevo contenido, evidentemente con la expectativa de que el presidente lo publique. Este fenómeno ha sido estudiado por el experto en medios sociales James Cohen, en Molloy College en Long Island.

Trump a menudo publica el trabajo de los “artesanos del meme”. Según Cohen, muchos artesanos del meme buscan que sus memes sean retuiteados por el presidente. Al apuntar a ese objetivo, se convierten en una forma de mano de obra creativa no remunerada para la campaña de Trump.

Como señala Cohen, Trump y la derecha han superado a la oposición en la guerra de los memes, y muchos de su lado de la divisoria política “creen que la izquierda no sabe de memes”. Cohen halló pruebas de que los demócratas se están poniendo a tono, indicando que Bernie Sanders y Andrew Yang reciben el apoyo de sus propios artesanos del meme que están comenzando a defenderse en el universo de los medios sociales.

Las dinámicas de los memes están sujetas a varios factores impredecibles que nadie puede controlar, explica Cohen. Una es que los chistes en internet pasan de moda, lo que deja la puerta abierta al recién llegado que podría, por ejemplo, atacar a Trump como un símbolo de poder en lugar de apoyarlo como un rebelde. Otra es el poder de la espontaneidad.

Si bien no parece que las campañas de Sanders ni de Yang hayan llegado a usarla, la imagen de la línea de inserción capilar / bronceado de Trump mostró cuánto puede perjudicarlo una ráfaga de viento y la dinámica de los memes. Quien vive por los memes, también puede ser herido por ellos.

Traducción de Mariana Campos