Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de más de siete libros y colaborador en publicaciones sobre temas internacionales. Actualmente se desempeña como director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. Colaboró con diferentes medios nacionales como Clarín, El Cronista, La Nación, Página/12, Perfil y para revistas como Noticias, Somos, Le Monde Diplomatique y Panorama. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina. Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor.
(CNN Español) – Cada día que la tecnología da un paso hacia el futuro, que siempre se convierte en presente siguiendo una rueda dialéctica, crece el temor al dominio de las máquinas sobre las personas.
En América Latina ya son varios los países que utilizan mecanismos tecnológicos de toda índole para combatir lo que se define de manera vaga como “el crimen”, una palabra que -por lo general- está asociada a otras, tales como “seguridad” o “inseguridad”. Como en la famosa película “The Truman Show” de 1998, todo tiende a que estemos monitoreados por alguna cámara para “protegernos” de algún mal que acecha a la vuelta de la esquina. Ya nadie se asombra de que en una casa, un pequeño comercio o en un poste de luz haya un ojo mecánico que observe nuestros actos cotidianos como si el mero acto de la observación pudiera evitar lo peor.
Es verdad que pueden servir para el momento posterior a un acto violento, pero por lo general no previenen. Y esto lleva a una discusión más amplia que enfrenta visiones ideológicas sobre los métodos utilizados para disminuir la violencia… robos, violaciones o asesinatos.
Quienes tienen dinero pueden protegerse detrás de gigantescos muros con guardias armados y cercos electrificados. Y aún así viven con miedo. O tal vez viven con miedo porque viven detrás de esos muros que les permiten aislarse de una realidad que muchas veces ni quieren conocer.
Un estudio publicado en Brasil reveló que 151 personas fueron arrestadas en 2019 en cinco ciudades gracias a la tecnología de reconocimiento facial, método también implementado en diversas calles y subterráneos de la ciudad de Buenos Aires, con el objetivo explícito de “cuidar a la gente”. ¿Sirvió para algo? ¿Se siente más segura la gente al caminar por las calles?
También es cierto que el concepto “la gente” se ha generalizado tanto que no termina de explicar quiénes son “la gente”. Para muchos gobiernos, la parafernalia tecnológica y su enorme costo monetario parecen estar destinados a calmar los reclamos de los grandes medios de comunicación, que pueden repetir un hecho violento infinitamente, pero invisibilizando con ello las carencias de agua potable o la necesidad de un sistema de salud que proteja a sectores amplios de enfermedades curables.
¿Acaso estos sectores no deben tener la seguridad de poder vivir dignamente? ¿Está también a su servicio la tecnología?