Iván Duque, presidente de Colombia, durante una presentación en Nueva York, en 2018.

Nota del editor: Dan Restrepo es abogado, estratega demócrata y colaborador político de CNN. Fue asesor presidencial y director para el Hemisferio Occidental del Consejo Nacional de Seguridad durante la presidencia de Barack Obama. Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor.

(CNN Español) – El presidente de Colombia, Iván Duque, hizo un anuncio la semana pasada que podría ser transcendental para su país y para las Américas. Y pocos se dieron cuenta.

No fue un anuncio sobre Venezuela —la crisis humanitaria y democrática que pesa muchísimo sobre Colombia y todo el continente— aunque Duque ha ejercido un liderazgo indispensable en el tema. Además de liderar el aislamiento diplomático del régimen de Nicolás Maduro, ha guiado una respuesta humanitaria a la avalancha de refugiados venezolanos. Un ejemplo para todo el mundo, cuando las migraciones masivas provocan respuestas xenófobas en demasiados sitios.

La actuación tan importante de Duque tampoco fue, al menos no directamente, sobre cómo va a enfrentar la explosión de cultivos de coca que Colombia vivió de 2014 a 2018, como resultado de una serie de errores de política pública y dinámicas de mercados ilícitos, aunque también está trabajando el tema a pesar de la complejidad de dar una respuesta duradera e integral.

Lo de Duque fue algo más fundamental. Algo que afecta a todas nuestras sociedades y que está minando la democracia en un momento de confrontación global entre los que creen en la inclusión política, económica y social, y los que creen en un mundo cerrado para el beneficio de un segmento muy pequeño.

Fue el anuncio de la creación de un nuevo “bloque de búsqueda”, con un blanco tan novedoso como primordial: la corrupción.

Los “bloques de búsqueda” tienen un largo y exitoso historial en Colombia. Fueron fundamentales para desmantelar los grandes cárteles de Medellín y Cali en los años 90. También en la actuación conjunta de las fuerzas públicas de Colombia, con bajas estratégicas a integrantes del liderazgo de las Fuerzas Armadas de Colombia, para que se dieran cuenta de que su insurgencia era un camino sin salida cinética y que no había otra opción más que negociar.

Esos esfuerzos coordinados del Estado colombiano requirieron grandes recursos y profesionalismo, valentía y sacrificio profundo. Pero los resultados ayudaron a eliminar o reducir las amenazas existenciales al Estado colombiano, y le permitieron crear la Colombia moderna.

Este nuevo bloque también requerirá recursos, profesionalismo, valentía y sacrificio. Y también tendrá la oportunidad de dar resultados trascendentales.

Para lograrlo, será imprescindible que el bloque sea un esfuerzo profesional, libre de influencias políticas e ideológicas que sea guiado por datos, hechos y evidencias. Como no lo estuvieron Pablo Escobar, ni “Raúl Reyes”, ni alias “Alfonso Cano” en su momento, ningún capo de la corrupción debe estar más allá del alcance de esta nueva misión especial de la fuerza pública y judicial de Colombia.

Si lo logra, este nuevo bloque ayudará a reforzar el estado de derecho en Colombia. Permitirá enfrentar de manera duradera y eficaz el crimen trasnacional, y aumentará la seguridad ciudadana de todos los colombianos. Su éxito también ayudará a atraer las inversiones domésticas e internacionales que Colombia tanto necesita para seguir alentando un crecimiento económico inclusivo—otra clave para desalojar y superar los mercados ilícitos que han hecho tanto daño al país.

Pero el efecto positivo se extenderá mucho más allá de las fronteras de Colombia. Lo tendrá porque la corrupción es un cáncer en todo el continente. Un cáncer cuyo avance parece estar acelerando, porque otros líderes en la región están tomando decisiones opuestas a la valiente decisión del presidente Duque.

Las fuerzas de la corrupción y sus aliados políticos en los últimos meses, por ejemplo, han logrado vencer a mecanismos indispensables de cooperación internacional en materia de anticorrupción en Guatemala y Honduras. Las exitosas campañas contra la CICIG en Guatemala y el MACCIH en Honduras fueron golpes dañinos para la sostenibilidad a mediano y largo plazo de ambos países.

Pero también fueron acontecimientos preocupantes para quienes creen en la democracia y un mundo integrado y abierto.

Al crear un nuevo bloque de búsqueda contra la corrupción, Duque envió una respuesta contundente a favor de la democracia y la libertad.

A Duque le quedan 30 meses en la Presidencia de Colombia. Pero si el bloque se actualiza de la manera debida, su legado como colaborador a la labor generacional de construir una Colombia y unas Américas más democráticas y justas, se extenderán mucho más allá que esos meses.

Las fuerzas de la corrupción han tenido el campo libre durante demasiados años. La llegada del nuevo bloque de búsqueda al terreno es mala noticia para ellos, y buena para todos los ciudadanos de las Américas.