(CNN) – Fue necesario un brote de coronavirus para recordarnos que tocamos nuestra cara demasiadas veces. Reducir eso ayudará a detener la propagación del virus, aseguran funcionarios de salud.
En 2015, una universidad de Sydney observó en video a varios estudiantes de medicina y registró cuántas veces se tocaban la cara. Cada uno de los 26 futuros médicos bajo observación, se tocó la cara un promedio de 23 veces por hora.
Casi la mitad de esas ocasiones (44%) involucró contacto con sus ojos, nariz o boca.
No tocarte la cara es más difícil de lo que parece
Mientras luchamos contra el brote de coronavirus, que hasta el momento ha matado a 19 personas en EE.UU. y más de 3.500 en todo el mundo, las autoridades enfatizan que todo lo que se necesita es un toque para que los microbios en tus dedos se deslicen en tu cuerpo a través de la nariz, los ojos o la boca.
“Los virus que afectan el sistema respiratorio ingresan al cuerpo a través de las membranas mucosas que se encuentran en la nariz, la cavidad oral y los labios. Con una higiene deficiente en las manos, es fácil contraer una infección viral de esta manera”, dice el Dr. Dawn Mueni Becker, especialista en enfermedades infecciosas en Gainesville, Florida.
Pero nos hemos tocado la cara toda nuestra vida, y detener ese hábito es más fácil decirlo que hacerlo.
El viernes, un video ampliamente compartido en las redes sociales mostró a una funcionaria de salud de California tocando su rostro durante una conferencia de prensa, mientras aconsejaba a las personas que no hicieran debido al brote de coronavirus.
“Comienza a trabajar para no tocarte la cara, porque una de las principales formas en que los virus se propagan es cuando tocas tu propia boca, nariz u ojos”, afirmó. Luego se lame el dedo para pasar a la siguiente página de sus anotaciones, aparentemente sin darse cuenta de que no estaba siguiendo su propio consejo.
Incluso alguien famoso que dice tener fobia los gérmenes no puede evitarlo. “No me he tocado la cara en semanas, en semanas. La extraño”, dijo el presidente Donald Trump en broma la semana pasada. Fue fotografiado tocando su rostro el lunes.
Tocarse la cara a veces está relacionado con el estrés
Al igual que la mayoría de los comportamientos, el contacto constante con la cara comienza a una edad temprana y se convierte en un hábito con el tiempo. Las personas se tocan la cara por varias razones. Un estudio de 2014 del gobierno federal sugirió que ayuda a reducir el estrés y la incomodidad.
“Todos los días, todos los seres humanos realizan múltiples gestos espontáneos de auto-toque facial, principalmente en situaciones estresantes”, señala el estudio. “Estos movimientos no suelen estar diseñados para comunicarse y con frecuencia se logran con poca o ninguna conciencia”.
Tocarse la cara es tan común, que hay un sitio web que usa tu cámara web para notificarte cuando tocas tu cara y realiza un seguimiento de cuántas veces lo haces.
Hay maneras seguras de tocarte la cara
Si no puedes contenerte, no es el fin del mundo, asegura Becker. Hay formas de reducir las posibilidades de infecciones al tocarte la cara.
“Ser consciente o atento a este hábito es útil cuando se trata de evitar tocar la cara”, dice Becker. “Identificar factores desencadenantes, como secreción nasal o ganas de estornudar, es importante. En este caso, tener un pañuelo de papel cerca es útil; es mejor usar eso para tocarte la cara que las manos desnudas”.
Los Centros federales para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomiendan lavarse las manos con agua y jabón durante al menos 20 segundos. Si no hay agua disponible, puedes usar un desinfectante para manos a base de alcohol que contenga al menos 60% de alcohol.
Es preferible el agua y el jabón si las manos están visiblemente sucias, indican los CDC, y especialmente después de usar el baño, sonarse la nariz, toser o estornudar.
Piensa en todos los gérmenes que las personas tocan todo el día. Teléfonos celulares, llaves de autos, puertas y ascensores, incluso fajos de dinero en efectivo que no tienes idea de los lugares donde han estado. Ahora imagina transferir las bacterias, virus y alérgenos de esos elementos a tu cuerpo a través de las membranas mucosas de la nariz, la boca y los ojos. O a través de un corte en la cara o el cuello del que no tenías idea.