Nota del editor: Ana Mateu Meléndez es secretaria de Política Pública de la Gobernación de Puerto Rico desde diciembre de 2019. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen a la autora.
(CNN Español) – En el Día Internacional de la Mujer se conmemora la lucha por la equidad, por la justicia y la paz social de cientos de mujeres que han muerto como consecuencia de las precarias condiciones laborales de las cuales eran víctimas. Un evento histórico que dio paso a corrientes sociales que han propiciado grandes avances y que han ido conformando el perfil de la mujer del siglo XXI.
Ante los desarrollos importantes experimentados en las últimas décadas, aún existe un sector de la población que analiza con cierto cinismo o escepticismo nuestro digno reclamo. Lamentablemente, no es raro escuchar a algunas personas (mujeres) cuestionar: ¿Qué falta por hacer? ¿Qué más quieren? ¿Cuál es la lucha actual para la mujer trabajadora? ¿Cuándo va a ser suficiente?
La inequidad está tan arraigada en nuestra idiosincrasia que se recurre inconscientemente a una definición de progreso, equidad y justicia sumamente limitadas, viciadas. Los contrastes –tanto laborales como personales– son realmente palpables. Así, por ejemplo: ¿acaso por asumir la tarea de principal sustento de la familia de gran parte de los hogares puertorriqueños ha desaparecido la expectativa de que la mujer cumpla con sus “roles históricos”? ¿Se nos ha eximido de cumplir con muchas preconcepciones de lo que es ser madre, esposa, amiga, hermana e hija perfecta? ¿Acaso esas expectativas sociales se aplican a los hombres con el mismo rigor?
Reconozco que muchos piensan que no debo hablar de esto o que no he enfrentado estos obstáculos por la posición que ocupo –secretaria de Política Pública en la Gobernación de Puerto Rico– o por el hecho de que mi madre es la alcaldesa de Ponce. En fin, de salida, algunos que no conocen mi trasfondo profesional o el sacrificio que he hecho para llegar a donde he llegado, automáticamente me estigmatizaron con el consabido “hija talentosa”. No obstante, y precisamente por esto, es que he decidido escribir. Porque, contrario a lo que muchos piensan, no estamos exentas de los prejuicios. Aún en posiciones de liderazgo, enfrentamos los mismos retos. Porque, a pesar de todos los prejuicios, quiero que tanto mi hija como otras mujeres de nuestra isla sepan lo importante que es esta lucha y las responsabilidades que conlleva; que tenemos la capacidad y la obligación de trascender y modelar un nuevo contexto.
La gobernadora de Puerto Rico, la honorable Wanda Vázquez, me notificó en diciembre del privilegio de ocupar una posición de envergadura en su gabinete de Gobierno. Mi mayor desafío ha sido el mismo que enfrentan muchas mujeres profesionales puertorriqueñas que, como yo, son madres de una niña de 8 años y, además, tienen que dedicarle mucho tiempo a su profesión. Distribuir el tiempo que le dedico a mi hija, a mi familia y al trabajo es un verdadero rompecabezas. Sin embargo, cuando veo la empatía de mi niña con sus compañeros de clase, su preocupación genuina por la gente que perdió su hogar a causa de los terremotos y la sensibilidad que alberga en su discurso, reafirmo que lo estoy haciendo bien.
He tenido siempre en mi madre, María “Mayita” Meléndez, el ejemplo de una mujer luchadora y sacrificada. Tan es así, que, a pesar de haber sido diagnosticada y operada de un tumor recientemente, puso su salud en un segundo plano con tal de no fallarle a su pueblo en uno de los momentos más difíciles: la actividad sísmica en el sur de Puerto Rico. Mami se decidió por el servicio incesante y desinteresado a su gente. Verla con tantas ganas de echar a Ponce hacia adelante tranquilizó mis ansias con respecto a todo. Nunca lo utilizó de excusa. Aun así, fue menospreciada por algunos, particularmente hombres, que le recomendaban que “se retirara y se dedicara a su familia” … un tipo de “regresa a la cocina” moderno. No debe sorprender que muchos de ellos alardearon en el pasado por el sacrificio de hombres que habían pasado por problemas de salud. Si hay alguien que está convencida de que se necesitan personas como ella soy yo y la apoyo firmemente.
Es por esto por lo que se hace imperiosa la necesidad de que cada vez más mujeres capaces ocupen posiciones de liderazgo, ya que contribuye a crear una noción global de que la mujer puede colocarse en los mismos zapatos que el hombre; que pueden asumir las riendas de un país.
Como mujer trabajadora, madre, hija, hermana, amiga y esposa, estoy segura de que Puerto Rico tiene un gran futuro por delante. Igualmente, estoy convencida de que gran parte de ese futuro estará en manos de mujeres fuertes, determinadas y visionarias. Con eso en mente, les dedico el Día Internacional de la Mujer y el mes de la mujer a todas esas mujeres que, como yo, salen todos los días de sus hogares a servir a Puerto Rico desde la esfera que sea. Solo con el propósito de brindarle a sus hijos e hijas un futuro mejor, darles las herramientas de cambio y educarlos para lograr la isla que todos soñamos. Porque ser hija, madre, hermana, esposa, amiga y trabajadora TALENTOSA ¡vale la pena!