Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de varios libros sobre temas internacionales y colaborador en publicaciones de diferentes países. Es profesor de sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. En la actualidad es columnista de TV en la cadena argentina C5N y en el programa “En la frontera” de PúblicoTV (España) y en programas de radio de las señales argentinas Radio10, La Red, La Tribu y LT9-Santa Fé. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina.
(CNN Español) – Argentina se caracteriza por tener movilizaciones masivas callejeras ruidosas y alegres. Hace tiempo que el folclor de los estadios de fútbol se ha trasladado a las calles con sus melodías de canciones populares, sus saltos rítmicos de cuando en los estadios el público estaba de pie, pero también de la política.
Mucha gente fuera de Argentina no sabe que durante la proscripción del peronismo después del golpe de Estado de 1955, la marcha peronista -obviamente también proscripta- era entonada en los estadios de fútbol con letra alusiva al equipo preferido como forma de eludir la férrea censura. Menos aún deben saber que esos ritmos (politizados) en la era de la globalización llegaron incluso a Japón y que la música de la marcha peronista hoy es parte del folclor futbolístico japonés.
Desde el regreso de la democracia en Argentina en 1983, cada 24 de marzo se realizan marchas multitudinarias que conmemoran el día del golpe de Estado de 1976 y la dictadura que se extendió hasta el 10 de diciembre de 1983. La gente se mueve al ritmo de los cánticos y salta sobre el asfalto como si estuviera en las gradas de un estadio de fútbol mientras el olor de la transpiración se entremezcla con el denso humo de la parrilla donde se prepara el choripán -un chorizo entre dos panes- que se vende en improvisados puestos, mientras el clásico mate pasa de mano en mano entre gente que ni siquiera se conoce. El mate se comparte. Siempre. Y en las marchas del 24 la gente que no se ve durante el año se funde en los abrazos de los reencuentros y las emociones, recordando los miles de desaparecidos.
Este 24 de marzo todo cambió. En primer lugar, porque el presidente Alberto Fernández revitalizó los organismos del Estado en materia de derechos humanos y él mismo grabó un mensaje alusivo. Sin embargo, por orden del gobierno se decretó el aislamiento social y se suspendieron los actos y las movilizaciones a raíz del covid-19. No fue fácil para los organismos de derechos humanos tomar la decisión de no movilizarse, de no verse las caras.
Este 2020 no hubo marchas, ni choripán y mucho menos mate, que ahora se toma al estilo libanés o sirio: cada persona con su propio mate que no se comparte.
Pero el ingenio popular no decayó. Miles de pañuelos blancos -símbolo de las Madres de Plaza de Mayo- cosidos a mano, aparecieron en puertas, balcones, ventanas y terrazas, mientras de manera virtual -con dibujos, fotos y videos- los pañuelos blancos “volaban” por las redes sociales.
La dictadura -en su momento- provocó el encierro infundiendo el temor. La pandemia del covid-19 evitó que este 24 de marzo las multitudes se congregaran en las calles. De todas maneras, lo más probable es que más temprano que tarde, el mate circule nuevamente de mano en mano cuando se abran las puertas, cuando nos volvamos a ver…