Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de varios libros sobre temas internacionales y colaborador en publicaciones de diferentes países. Es profesor de sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. En la actualidad es columnista de TV en la cadena argentina C5N y en el programa “En la frontera” de PúblicoTV (España) y en programas de radio de las señales argentinas Radio10, La Red, La Tribu y LT9-Santa Fé. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina.
(CNN Español) – La extensión del coronavirus ha puesto patas para arriba un conjunto de teorías económicas frente a una crisis inesperada y de magnitud global.
En este mundo globalizado, que se rige por las reglas del libre mercado, el covid-19 está derribando dogmas que parecían inquebrantables. Lo manifestó con crudeza el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, durante una conferencia de prensa en la que explicó que los 50 estados del país estaban compitiendo para comprar respiradores, y que eso era absolutamente ineficiente. Esto fue ratificado por otros gobernadores que se quejaban de la falta de insumos y de que la ayuda no llegaba a sus estados. Al no existir una política centralizada y dejar librada la compra de insumos a la oferta y demanda y a la capacidad monetaria de cada estado, los más ricos -como siempre- tienen más posibilidades de acceder a lo que necesitan.
Este irracional sistema podría tener ribetes cómicos, como lo demuestra la alocada compra de mascarillas a cualquier precio, si no fuera porque estamos inmersos en una tragedia global. Dirigentes políticos de diversas regiones francesas acusaron a Estados Unidos de comprar en China cargamentos de mascarillas destinados a Francia, en efectivo y a un precio superior al estipulado. Claro que Francia no se queda atrás: el presidente de una firma sueca le dijo a una estación de radio en su país que habían enviado millones de mascarillas a Francia y que el gobierno no dejaba que salieran de allí. La firma tenia pedidos en España y Francia.
Más que ineficiente, se podría decir que el famoso “libre mercado” es irracional en cualquier circunstancia, porque siempre favorece al que tiene más dinero, incluso cuando lo que está en juego es la vida de millones de personas. La lógica del libre mercado y de la oferta y demanda es muy simple: convertido el dinero en valor supremo, triunfa quien más tiene.
La contracara es la colaboración que ya existe entre personalidades del mundo científico de varios países para encontrar una vacuna por encima de los intereses de los grandes laboratorios, cuyo principal objetivo es poder venderla con sello propio. Tal vez la “globalización” del covid-19 lleve a que la investigación médica pueda ser compartida con el único propósito de salvar vidas, que no deba haber secretos, ni banderas patrióticas por este virus y por tantos otros, y que la salud sea un derecho a la vida por encima de todo lucro.
Parafraseando a los asesores de Bill Clinton se podría decir que “el libre mercado no debe ser el valor supremo, estúpido; sino la vida”.