Nota del editor: LZ Granderson es periodista y analista político. Fue miembro del Instituto de Política de la Universidad de Chicago y del Instituto Hechinger de la Universidad de Columbia. Es el columnista de deportes y cultura del Los Angeles Times y coanfitrión de “Mornings With Keyshawn, LZ y Travis” de ESPN LA 710. Síguelo en Twitter e Instagram en @lzgranderson. Las opiniones expresadas en este comentario son únicamente las del autor. Ver más artículos de opinión sobre CNNE.com/opinión.
(CNN) – Comencé el día con miedo.
Este jueves expira la orden de confinamiento en Arizona y, para ser sincero, no estoy seguro de estar listo. ¿Tengo claustrofobia? Absolutamente. ¿Me preocupa el impacto que un cierre prolongado pueda tener en la economía? Sin lugar a dudas. Pero también tengo a mi madre de 73 años viviendo conmigo y me preocupa que aflojar las restricciones pueda ponerla en riesgo prematuramente.
Pero luego vi un video de un concursante de “Jeopardy!” que confundió a Chaka Khan con Shaka Zulu, y todo lo que pude hacer fue reír. Mis preocupaciones no se evaporaron, pero la sensación debilitante que produce el miedo sí.
Esta columna brotó desde la ira.
Estaba enojado por los que se manifestaron contra la cuarentena en las calles del centro de Columbia, Carolina del Sur, con un pequeño número de banderas de la Confederación; sumado a eso, la alcaldesa de Atlanta fue llamada con la palabra que empieza con “n” por parte de personas que está tratando de salvar; estaba furioso porque los crímenes de odio contra los asiático-estadounidenses se dispararon tan dramáticamente en Nueva York que ahora la ciudad tiene un grupo de trabajo para abordar el tema.
Al principio, esta columna surgió de un lugar oscuro y frío, porque finalmente había aceptado una verdad inquietante: no hay una respuesta a los problemas de la sociedad que no sea arruinada por la frase “¿qué hay para mí?”. Y así que allí estaba, a tres cuartos del camino escribiendo un primer borrador, como una carta de amor al odio en nuestros corazones, cuando recibí un mensaje de texto de mi amiga Michelle. Era un enlace a un video de Phil Collen de Def Leppard enseñándole a la gente cómo tocar “Pour Some Sugar on Me”.
Me encanta esa canción.
Me encanta a Phil.
Lo que más me gustó fue que Michelle sabía que me encantaban ambos y me lo envió de la nada para alegrarme el día. ¿Y saben qué? Eliminé esa columna llena de ira. Con tanta ansiedad ya en todo el país, me pregunté: ¿Por qué pasar tiempo concentrándome en los más de 70.000 miembros del grupo de Facebook “Pensilvanos contra la cuarentena excesiva” cuando el programa de noticias positivas de John Krasinski “Some Good News” tiene más de 2 millones de suscriptores en YouTube?
Eso no quiere decir que los desafíos de la nación se atiendan mejor al ser ignorados. De hecho, se puede argumentar que es nuestra tendencia a hacer la vista gorda a los problemas más apremiantes lo que les ha permitido permanecer tanto tiempo como lo han hecho. Pero en medio de esta impactante pandemia, no puedo evitar preguntarme: ¿por qué alimentar más al miedo que a la esperanza?
No estoy tratando de minimizar el daño causado por el comportamiento irresponsable.
He rezado por amigos que se contagiaron y he llorado por aquellos que no lograron sobrevivir. Así que cuando hablo de esperanza, no proviene desde un lugar aislado de la realidad. Viene de alguien a quien se le recordó que la esperanza es parte de nuestra realidad tanto como la ira.
Brianna Holt, editora sénior de In The Know, publicó un video de su madre hablando con el perro de la familia sobre la duración de la estadía de Holt, y fue muy gracioso. El domingo regresó el Club Quarantine, y esta vez D-Nice estaba usando su popular transmisión en vivo para apoyar a los colegios y universidades históricamente integrados por población negra (HBCU). Se puede ver el ballet “Night Creature” de Alvin Ailey de forma gratuita hasta el 30 de abril. Un grupo de artistas visuales y escénicos, incluido mi hijo, creó una galería y un teatro virtuales hasta que la asistencia presencial sea posible de nuevo.
Comencé a escribir porque estaba enojado, mi ira se desencadenó por políticos hipócritas como el representante republicano Jim Jordan de Ohio, que una vez apoyó al presidente Donald Trump después de que se refiriera a los jugadores de la NFL respetuosos de la ley como “hijos de p***” por protestar contra la brutalidad policial. Ahora Jordan, al igual que Trump, está respaldando a los manifestantes que rompen la ley y están en contra de la cuarentena, al punto de desearles que “Dios los bendiga”. Este es un asunto lleno de conveniencia política y matices racistas. Es exasperante. Y sin embargo, mi espíritu cambió drásticamente después de que alguien me envió un video de Rampage, la mascota de los Rams de Los Ángeles, haciendo yoga con una pelota de fútbol americano.
No me he olvidado los temas serios, pero es bueno recordar las partes de la humanidad que pueden generar una sonrisa. En circunstancias normales, nos referimos a ellas como “las pequeñas cosas que nos hacen felices”. Pero, ¿qué tal si desde el principio estos tesoros nunca fueron “pequeñas cosas”? ¿Qué tal si siempre fueron cosas grandiosas que simplemente morían por nuestra atención?
Sí, hay mucho de qué temer. Y mucho por lo cual estar enojado. Pero a medida que los estados comienzan a abrirse con cautela, es importante recordar que el miedo y la ira no son las únicas cosas en la vida… y, ciertamente, no son las cosas a las que deberíamos aferrarnos con más fuerza.