Nota del editor: David Axelrod, comentarista político de CNN y presentador de “The Axe Files”, fue asesor del presidente Barack Obama y jefe de estrategias en sus campañas presidenciales de 2008 y 2012. Las opiniones expresadas en este comentario pertenecen exclusivamente al autor. Ver más artículos de opinión en CNNE.com/opinion.
(CNN) – Cuando quedó claro que Barack Obama sería el candidato del Partido Demócrata en la primavera de 2008, encargó a un equipo de abogados que comenzara un proceso de investigación a profundidad sobre los potenciales aspirantes a la vicepresidencia.
Decenas de mujeres y hombres que eran considerados para el cargo fueron evaluados. Aquellos que se destacaron en la lista estuvieron sujetos a una investigación profunda de sus fortalezas, vulnerabilidades y, por supuesto, de cualquier defecto que los descalificara.
En la parte superior de la lista de esos candidatos estaba el senador Joseph R. Biden, de Delaware.
Una investigación extensa, ciertamente, habría sacado a la luz cualquier queja formal presentada contra Biden durante sus 36 años de carrera en el Senado. No ocurrió. El equipo habría indagado cualquier rumor escabroso de los que viajan a lo largo y ancho de Washington. No hubo ninguno.
Si bien yo no estaba en el equipo de investigación de antecedentes, como estratega principal de la campaña me informaron sobre el trabajo y los posibles problemas de los candidatos.
A lo largo de todo ese proceso, el nombre Tara Reade nunca apareció. No hay una queja formal. Ni charla informal. Ciertamente, no hay indicios de acoso o agresión sexual hacia ella o cualquier otra persona. El equipo de investigadores, expertos en su trabajo, no habría pasado por alto algo así.
Reade no reveló sus acusaciones de agresión sexual criminal cuando Biden era candidato a la presidencia en 2008, ni las ofreció confidencialmente al equipo de investigación de Obama cuando Biden emergió como un candidato principal para la vicepresidencia, un poco después ese mismo año.
Si se hubiera planteado algún problema creíble, pueden estar seguros de que Biden no habría sido el candidato. Obama no lo habría tolerado incluso si él y Biden fueran cercanos en ese entonces, que no era el caso. Su amistad creció solo después de que Biden se uniera a la candidatura y a través de su trabajo en equipo de ocho años en la Casa Blanca. En ese momento, eran colegas distantes del Senado y, más recientemente, rivales por la candidatura presidencial demócrata.
Nuestra sociedad se enfrenta ahora a una larga y sórdida historia de ignorar las acusaciones y silenciar a las mujeres que fueron abusadas o agredidas sexualmente. Las mujeres que han alzado la voz merecen ser tomadas en serio y tratadas con respeto, y la historia de Tara Reade debe ser escuchada e investigada a fondo.
Pero es sorprendente que cuando un equipo de investigación experimentado puso a Biden bajo un microscopio, antes de ser elegido para ser el segundo en la presidencia, no aparecieron sus acusaciones ni nada similar en su historia.