(CNN) – El Dr. Miguel Ángel Pérez Alvarado estaba nervioso.
La situación por la pandemia era lo suficientemente grave. Él transportaba paciente tras paciente con síntomas de covid-19, pero había algo más que le preocupaba a este médico veterano que pasó 11 años viajando en una ambulancia pública de la Ciudad de México.
“En casa él decía: ‘Estemos separados el uno del otro’. Él quería mantenernos a salvo porque sabía que sus condiciones de trabajo no eran seguras”, relató su esposa Nancy Edith Alba Cuéllar, en una entrevista con CNN.
El Dr. Pérez, padre de tres niñas, le dijo a ella que su equipo de ambulancias no había recibido al dotación de protección adecuada, como guantes, overoles y máscaras para mantenerlos a salvo. Según su esposa, él se quejó con sus jefes, pero ellos respondieron que no había más dinero disponible para mejores suministros.
Aún así, él siguió haciendo su trabajo. Fue a mediados de abril cuando comenzó a sentirse enfermo.
Para el 20 de abril, el Dr. Pérez había sido hospitalizado con un contagio confirmado de covid-19. El 22 de abril, le escribió el último mensaje a su familia antes de ser intubado.
“Tengan mucho cuidado. Los amo a todos”, fueron las palabras que envió en un mensaje de texto a su esposa. Falleció unos días después.
El Dr. Pérez estuvo entre las varias decenas de paramédicos públicos que, según sus colegas, resultaron contagiados porque el gobierno no suministró el equipo necesario contra la enfermedad altamente infecciosa.
En respuesta a la solicitud de CNN para obtener comentarios sobre las acusaciones de equipos de protección personal inadecuados, las agencias federales que administran a los paramédicos señalaron que se proporciona la dotación adecuada. Se negaron a presentar cifras sobre la cantidad de personal que ha contraído covid-19 o ha muerto a causa de él.
CNN entrevistó a siete paramédicos y un médico que trabajan en ambulancias públicas de la Ciudad de México, los cuales pertenecen a dos secciones diferentes del Ministerio de Salud del país. Los ocho aseguraron que tienen una sensación de traición porque argumentan que el gobierno no ha ayudado a mantenerlos a salvo.
“Desde el principio tomamos precauciones”, dijo Fátima Torrés, una paramédica de 29 años que dio positivo al virus. “Pero no teníamos mucho material para evitar el contagio”.
“No conozco a nadie que vaya a trabajar y no tenga miedo”
México está sufriendo los peores días de la epidemia hasta el momento, con 129.184 casos de coronavirus y 15.357 muertes confirmadas hasta este miércoles, aunque funcionarios de salud sostienen que los números reales son probablemente mucho más altos.
En primera línea están los paramédicos, que trasladan a los pacientes a hospitales de toda la ciudad. En entrevistas con CNN, estos profesionales describieron muchas deficiencias del equipo de protección, incluyendo máscaras de baja calidad (no las mascarillas N95 recomendadas para proteger a los trabajadores de la salud), caretas protectoras a menos de que compraran unas propias, una pequeña cantidad de guantes, gafas de protección y overoles de baja calidad, y la falta de equipo para aislar a los pacientes de covid-19 dentro de las ambulancias.
Como no se proporcionaron cápsulas de aislamiento dentro de sus vehículos de trabajo, los paramédicos describieron que pegaron bolsas de basura alrededor de la cabina para aislar a los pacientes en la medida de lo posible.
“No conozco a nadie que vaya a trabajar y no tenga miedo”, sostuvo Oscar Prado, un paramédico que ha trabajado en ambulancias pública durante 10 años. “El nivel de estrés bajo el que estamos trabajando es inmenso y estamos enojados porque no recibimos el apoyo adecuado de nuestros superiores”, añadió.
Cada paramédico con el que conversamos había comprado algunos suministros adicionales, desde máscaras N95, gafas de natación y esnórquels hasta trajes contra materiales peligrosos.
Un hombre, que habló de manera anónima por miedo a perder su trabajo, aseguró que cuando se agoten los suministros que compró, no volverá a trabajar. “No vale la pena. Te están enviando a la guerra sin nada. No envías a los bomberos a un incendio sin equipo. Es lo mismo para nosotros”.
Una respuesta del Gobierno que no concuerda
La flota de ambulancias públicas de la Ciudad de México es un grupo de unidades diferentes, que están en distintas agencias gubernamentales y ministerios. La ciudad depende de una gran cantidad de ambulancias privadas con fines de lucro y de grupos de voluntarios como la Cruz Roja para ayudar a satisfacer sus necesidades médicas de emergencia.
Incluso sin una pandemia global, los paramédicos dicen que sus números son insuficiente para atender a la población de la ciudad, aproximadamente 21 millones de personas.
Aquellos que hablaron con CNN sobre los suministros deficientes son trabajadores del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) y del Centro Regulador de Urgencias Médicas, conocido como CRUM. Las dos agencias, ambas bajo el Ministerio de Salud de México, operan alrededor de 130 ambulancias en la capital.
“[El CRUM] garantiza la provisión de suministros de protección personal, fundamentales para llevar a cabo su trabajo, reconocidos como altamente especializados y que brindan servicios con los más altos estándares de atención y protección al paciente”, indicó un portavoz de CRUM en un comunicado proporcionado a CNN.
En un mensaje de WhatsApp a CNN, el Issste dijo que “[nuestras ambulancias] tienen los suministros necesarios”.
Las dos declaraciones parecen ser demostrablemente falsas, con base en las entrevistas hechas al personal de paramédicos.
No hubo respuestas a las solicitudes reiteradas a ambas agencias sobre el número oficial de trabajadores de atención médica en ambulancias que fueron contagiados de coronavirus y que fallecieron.
“Pienso en mi familia”
La epidemia en México no ha mostrado signos de desaceleración. “Estamos viviendo uno de los momentos más complejos y peligrosos de la epidemia”, advirtió Cristian Morales, representante de la Organización Mundial de la Salud en México, durante una conferencia de prensa este martes.
Eso significa que la demanda de servicios médicos de emergencia sigue siendo extremadamente alta.
“Pienso en mi familia”, dijo otro paramédico que pidió permanecer en el anonimato. “Pienso en la familia del Dr. Pérez. ¿Y si eso le sucediera a la mía?”.
Cuando CNN habló hace unas semanas con la esposa del Dr. Pérez, Nancy, a ella le preocupaba que su esposo no fuera el último trabajador de ambulancias que muriera.
“Hay muchos de sus colegas, muchas personas que todavía están en riesgo y no tienen los suministros necesarios para trabajar correctamente y estar seguros”, dijo.
Sus palabras fueron proféticas.
El fin de semana pasado, Sergio Arturo Mendoza Romero, de 53 años, un paramédico que había ejercido por 33 años y era excolega del Dr. Pérez, falleció de coronavirus después de ser intubado y luchar por su vida durante semanas en el hospital.
Sus colegas creen que contrajo el virus mientras hacía su trabajo.
Mientras tanto, la familia Pérez ahora lucha para obtener ayuda del gobierno ya que el médico era el único sostén de la familia.
“Simplemente creo que es injusto. Mi esposo y sus colegas solo están haciendo su trabajo. Lo hacen por necesidad y porque aman lo que hacen”, dijo Nancy. “Están ayudando a su país”, insistió.
Pero ante una pandemia sin precedentes, parece que su país no los está ayudando.