(CNN) –– Durante un día de cielo azul en mayo, mientras el coronavirus se extendía por todo el mundo, la bandera de China se izaba en una nación remota con una población de 116.000 personas, a miles de kilómetros de Beijing.
La apertura de una embajada de China en Kiribati, una nación de 33 atolones e islas de arrecife en el Pacífico central, podría haber parecido extraña, especialmente en medio de una pandemia. Solo otros tres países tienen embajadas en ese estado insular: Australia, Nueva Zelandia y Cuba.
Aún así, Kiribati es el lugar de una creciente competencia geopolítica.
En septiembre pasado, la nación cambió el reconocimiento diplomático de Taipei a Beijing. China considera que la isla autónoma de Taiwán es una provincia separatista y ha cazado furtivamente a siete de sus aliados diplomáticos desde 2016.
Y esta semana, el presidente de Kiribati Taneti Maamau ––quien es pro Beijing y supervisó el cambio diplomático del país–– ganó una elección muy seguida de cerca después de hacer campaña por estrechar los lazos con China, al derrotar a un rival opositor que simpatizaba con Taiwán.
Kiribati es el ejemplo más reciente de la creciente influencia de Beijing en el Pacífico, la cual consiste en una serie de islas ricas en recursos que controlan vías fluviales clave entre Asia y América.
Las pintorescas islas han estado alineadas durante mucho tiempo Estados Unidos, que tiene una gran presencia militar, y con aliados como Australia, el mayor donante y socio de seguridad de la región. Pero en los últimos años, muchos han forjado lazos más estrechos con China debido al alcance diplomático y económico de Beijing, lo que ha creado una falla en las tensiones geopolíticas.
Ahora, a medida que Canberra y Beijing vierten ayuda en la región, la posibilidad de una burbuja de viaje entre las islas del Pacífico y Australia le ha otorgado a la rivalidad una nueva dimensión.
Un alcance más profundo
En 2006, el entonces primer ministro Wen Jiabao fue el funcionario chino de mayor rango que visitó las islas del Pacífico. En ese momento, prometió 3.000 millones de yuanes (unos 424 millones de dólares) en préstamos concesionales para invertir en desarrollo de recursos, agricultura, pesca y otras industrias clave, lo que señala el interés de Beijing en la región.
Actualmente, Beijing es su segundo mayor donante, después de Australia, según los datos recopilados por el Instituto Lowy, un centro de estudios australiano.
Para las islas del Pacífico, que tienen un PIB combinado de aproximadamente 33.770 millones de dólares ––menos del 1% del PIB total de China––, Beijing ha sido un socio crucial durante la pandemia.
Expertos de salud chinos han dado recomendaciones sobre cómo luchar contra el coronavirus a través de videoconferencias con sus homólogos en los 10 países de las islas del Pacífico que comparten relaciones diplomáticas con Beijing.
En marzo, China anunció la donación de 1,9 millones de dólares en efectivo y suministros médicos para los países con el objetivo de ayudarlos a combatir el covid-19. También ha enviado suministros médicos, equipos de protección y kits de pruebas, según declaraciones de las embajadas de China en la región.
Equipos médicos chinos están trabajando en países como Samoa, para ayudar a las autoridades locales de salud a redactar pautas sobre cómo controlar el coronavirus. En Fiji, se han proporcionado vehículos militares especializados.
Según la Organización Mundial de la Salud, el Pacífico ha informado 312 casos y 7 muertes por coronavirus, la mayoría de las cuales se encuentran en el territorio estadounidense de Guam.
Hasta ahora, las islas han mantenido a raya al coronavirus en gran parte debido a su lejanía y a las medidas tempranas de confinamiento. Pero las comunidades locales podrían enfrentar consecuencias devastadoras si el virus golpeara, debido a la atención médica inadecuada y la falta de capacidad de prueba, advirtieron los expertos.
“El compromiso actual de China en el Pacífico ha sido impulsado por el oportunismo, están tratando de obtener tanta influencia como puedan”, sostuvo Jonathan Pryke, director del programa de la islas del Pacífico en el Instituto Lowy.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China niega esto, argumentando que la asistencia de China a los países de las islas del Pacífico es “genuina” y no tiene “ningún vínculo político”.
Pero los lazos más fuertes pueden resultar útiles en tiempos de necesidad.
En mayo, cuando China se enfrentaba a una crítica global por su manejo temprano del brote de coronavirus, recurrió al Pacífico para obtener apoyo. Días antes de la reunión de la Asamblea Mundial de la Salud, los ministros de 10 países de las islas del Pacífico se unieron en video conferencia sobre covid-19 convocada por China.
La reunión terminó con una entusiasta afirmación de la respuesta del coronavirus de China.
“Esto es lo que necesitaba el gobierno chino”, dijo Denghua Zhang, de la Universidad Nacional de Australia en Canberra.
En un comunicado de prensa conjunto después del evento, las naciones de las islas del Pacífico elogiaron a China por su “enfoque abierto, transparente y responsable al adoptar medidas de respuesta oportunas y sólidas, y compartir su experiencia de contención”.
El gobierno de Donald Trump ha culpado repetidamente a China por la pandemia, mientras que Canberra ha enfurecido a Beijing con su llamado a una investigación independiente sobre los orígenes del virus.
Australia interviene
Sin embargo, la asistencia que China ha proporcionado al Pacífico por el coronavirus palidece en comparación con el apoyo financiero que ha entregado Australia. El mes pasado, Canberra dijo que gastó 100 millones de dólares australianos (unos 69 millones de dólares) para proporcionar “apoyo financiero rápido” a 10 países de la región, con el dinero redirigido de sus programas de ayuda existentes.
Australia también anunció recientemente que transmitirá programas de televisión nacionales populares como “Vecinos” y “Masterchef” a siete países de las islas del Pacífico, una medida ampliamente considerada como un impulso de poder blando para contrarrestar la creciente influencia de China.
“El gobierno de Australia ha reconocido claramente que no puede haber lugar para la creación de vacío, (ya sea) el poder duro, el poder blando, el frente de ayuda o el frente médico”, sostuvo Pryke.
“No pueden alejarse de ningún vacío por temor a que China pueda llenarlo”, insistió.
Esto estaba en el radar de Australia antes de la pandemia. Después de asumir el cargo en 2018, el primer ministro Scott Morrison lanzó su iniciativa “Pacific Step Up”, que incluye una mayor ayuda extranjera y el establecimiento de un fondo de infraestructura de 1.500 millones de dólares para la región.
Burbuja de viaje
Una forma en que la pandemia podría afectar las rivalidades geopolíticas en el Pacífico es la reducción selectiva de restricciones de viaje entre países.
A medida que Australia y Nueva Zelandia controlan el coronavirus, sus políticos están hablando de abrir las fronteras entre sí, creando un corredor de viaje, o una “burbuja de viaje”, entre las dos naciones.
Ambos países habían aplanado con éxito sus curvas de coronavirus a finales de abril, aunque Australia ahora enfrenta un aumento en los casos en el estado de Victoria.
Las naciones de las islas del Pacífico, como Fiji, Samoa y las islas Salomón, han solicitado unirse al plan.
Hasta el momento, no se ha informado públicamente sobre un plan entre las islas del Pacífico y China para una burbuja de viaje similar. Por el momento, China parece estarse centrando en sus fronteras vecinas: su provincia sureña de Guangdong ha estado discutiendo con Hong Kong y Macao acerca de una burbuja de viajes.
Los confinamientos a raíz del coronavirus han ejercido una gran presión sobre las economías dependientes del turismo de las naciones del Pacífico, y Australia y Nueva Zelandia son la principal fuente de viajeros allí. En 2018, los dos países contribuyeron con más de 1 millón de llegadas extranjeras a la región del Pacífico, lo que representa el 51% de las llegadas de turistas, según un informe de la Organización de Turismo del Pacífico Sur. En comparación, 124.939 turistas chinos visitaron las islas del Pacífico en 2018, una disminución del 10,9% con respecto al año anterior.
Algunos políticos de Australia también están ansiosos por ver una burbuja transpacífica.
Dave Sharma, parlamentario del gobernante Partido Liberal, escribió en el periódico The Australian el mes pasado que la inclusión ayudaría económicamente a los vecinos de Canberra en el Pacífico y garantizaría que “continúen viendo a Australia como su socio de primera elección”.
“La competencia estratégica en el Pacífico está viva y sana, con China y otros países que buscan jugar un papel más protagónico. Es importante que nuestra influencia y huella en nuestro vecindario cercano sea visible”, escribió.
Si bien la geopolítica no es el principal motivador de una burbuja de viaje ––más bien, el impulsor principal es la necesidad de volver a encaminar las economías––dijo Pryke, el levantamiento de las restricciones entre Australia y las islas del Pacífico aseguraría algunas ganancias geopolíticas para Canberra y Wellington.
“En cierto modo, Australia y Nueva Zelandia se convertirían en guardianes del acceso al Pacífico mientras la pandemia continúa en todo el mundo. Por lo tanto, eso les daría a Australia y Nueva Zelanda más ventajas geopolíticas”, indicó.