Nota del editor: Pedro Brieger es un periodista y sociólogo argentino, autor de varios libros sobre temas internacionales y colaborador en publicaciones de diferentes países. Es profesor de Sociología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). También es director de NODAL, un portal dedicado exclusivamente a las noticias de América Latina y el Caribe. En la actualidad es columnista de TV en la cadena argentina C5N, en el programa “En la frontera” de PúblicoTV (España) y en programas de radio de las señales argentinas Radio10, La Red, La Tribu y LT9-Santa Fé. A lo largo de su trayectoria Brieger ganó importantes premios por su labor informativa en la radio y televisión argentina. Sígalo en Twitter en @PedroBriegerOk. Las opiniones expresadas en esta columna pertenecen exclusivamente al autor. Ver más artículos de opinión en CNNe.com/opinion.
(CNN Español) – La revuelta que estalló en Estados Unidos tras la muerte de George Floyd el 25 de mayo ya excede largamente el tema de la represión policial. Ahora también numerosos símbolos históricos son cuestionados; se derriban estatuas de personajes que representan el pasado colonial o esclavista y hay movimientos para modificar los nombres de algunas bases militares, de edificios públicos e incluso de escuelas que llevan los nombres de figuras controvertidas.
El debate sobre la historia y sus representaciones no es nuevo. En cada generación surgen cuestionamientos ideológicos y políticos respecto a figuras que –en un determinado contexto– son reconocidas, pero a posteriori denostadas. Esto sucede en todos los ámbitos, desde los políticos hasta los culturales, e incluye la revisión de los estereotipos del lenguaje y las imágenes públicas que se difunden, por ejemplo, a través de la publicidad. Gran parte del vocabulario vulgar y soez en numerosos idiomas tiene referencias racistas y discriminatorias; en algunos casos, como en el francés, con clara reminiscencia al pasado colonial en África.
Por eso no es de extrañar que en EE.UU. se cuestionen símbolos asociados a la discriminación. La famosa Ley de los Derechos Civiles de 1964 de ese país consignó derechos en lo formal y la implementación de la llamada “acción afirmativa” para favorecer a las minorías y a otros grupos históricamente discriminados. Además, significó un paso importante para la inclusión. De la misma manera que lo fue la incorporación de un lenguaje no sexista.
Pero está claro que con las leyes no alcanza. Una sociedad no interioriza el respeto y la no discriminación solamente por una ley. Desde ya que los cambios legales son un elemento clave, pero las transformaciones profundas ameritan un trabajo educativo que debe prolongarse por décadas.
Es en este contexto que hay que comprender el derribo de estatuas o la necesidad de quitarle el nombre a referentes vinculados al racismo de las bases militares, edificios públicos o escuelas.
La polémica sobre cada personaje cuestionado es compleja. ¿Se puede evaluar con los ojos del presente? Claro que sí. Hoy las publicidades machistas y misóginas son intolerables en numerosas sociedades y ya no es una rareza ver hombres en publicidades realizando tareas que otrora se consideraban “femeninas”. Por eso no es casual que la famosa marca de arroces “Uncle Ben´s” haya informado que modificará su identidad visual (una persona negra) y que escuchará especialmente las voces de la comunidad negra.
No debe ser fácil para una empresa tan importante cambiar el logo con el que se identificó durante décadas, lo que demuestra que el momento político que se transita en Estados Unidos está afectando a toda la sociedad.
¿Se pueden borrar las huellas de la historia? No se trata de borrarlas sino de ubicarlas en un lugar acorde a cada momento histórico. Si el intenso debate actual aporta elementos para eliminar cualquier tipo de discriminación, pues bienvenido sea.