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Nota del editor: Jill Filipovic es una periodista residente en Nueva York y autora del próximo libro “OK Boomer, Let’s Talk: How My Generation Got Left Behind”, y de “The H-Spot: The Feminist Pursuit of Happiness”. Síguela en Twitter. Las opiniones expresadas en este comentario son exclusivamente suyas. Ver más artículos como este en CNNE.com/opinión.

(CNN) – Según un revelador informe de Carl Bernstein publicado por CNN, que detalla el indignante comportamiento de Trump en llamadas telefónicas con líderes extranjeros, el presidente se comporta de una forma delirante y peligrosa al poner sus prioridades por encima de los intereses estadounidenses y pone la seguridad nacional en riesgo.

Esto no va a sorprender a ninguno de los que hayan prestado atención al mandato de Trump, o incluso a cualquiera que haya escuchado hablar al presidente. Pero es una evidencia más inquietante de que este mandatario, junto con sus colaboradores en la Casa Blanca y el Partido Republicano, representan una amenaza directa para los intereses estadounidenses y el futuro de nuestro país.

Con base en múltiples fuentes que han escuchado las conversaciones del presidente con líderes extranjeros, Bernstein retrata la imagen de un patán impulsivo y delirante, un hombre tan fuera de sí y alienado de la realidad que tiene llamadas telefónicas con líderes autocráticos como el turco Recep Tayyip Erdogan o el ruso Vladimir Putin exagerando sus propios logros y permitiendo que ellos, más inteligentes que él, ganen ventaja estratégica.

Mientras que, por otro lado, es condescendiente e intimidante con los aliados de Estados Unidos, particularmente con aquellas naciones lideradas (en el momento de estas llamadas) por mujeres, como Theresa May de Gran Bretaña y Angela Merkel de Alemania. Según las fuentes de Bernstein, Trump ha atenuado el poder de Estados Unidos mientras envalentona y empodera a Rusia. Está tan feliz de hablar con Erdogan, que incluso atiende las llamadas del líder turco desde el campo de golf.

Según las fuentes de Bernstein, fueron las conversaciones con Erdogan, un abusador en serie de los derechos humanos que anuló la disidencia y los informes imparciales sobre su régimen, lo que dio forma a la toma de decisiones de Trump en Siria, “incluida la directiva del presidente de retirar a las fuerzas estadounidenses del país, que luego permitió a Turquía atacar a los kurdos que habían ayudado a Estados Unidos a luchar contra ISIS y debilitaron el papel de la OTAN en el conflicto “, escribe Bernstein.

La pregunta es, ¿qué sigue ahora? Si bien es discordante ver todas estas afirmaciones condenatorias compiladas en una exposición tan profunda, las afirmaciones en sí mismas son en su mayoría cosas que hemos escuchado antes, o podrían haberse deducido en función del comportamiento público del presidente (realmente, ¿creemos que es más profesional, coherente y reflexivo en privado que en conferencias de prensa planificadas y discursos guionados?).

De hecho, durante las elecciones de 2016 conocimos una conversación privada particularmente memorable entre Trump y Billy Bush, en la que el ahora presidente se jactaba de agarrar a las mujeres por sus genitales. Ha sido acusado de acoso y agresión sexual por más de una docena de mujeres. Ha designado menos mujeres que cualquier presidente en la década anterior -y posiblemente menos que cualquier mandatario en 20 años-. ¿Alguien se sorprende de que trate agresivamente a las jefas de Estado?

Todos hemos visto al presidente tomar el podio y mentirle a la prensa y al público. Lo hemos visto inventar afirmaciones sobre la pandemia de covid-19 aparentemente en el acto, poniendo en riesgo la salud pública y la vida de los estadounidenses. Lo hemos visto despedir a quienes investigan sus presuntos malos actos. No hace falta mucha imaginación, solo hay que mirar lo que nos aparece enfrente para notar que este es hombre peligrosamente no apto para la oficina que ocupa.

Y, sin embargo, hemos visto que su apoyo entre su base y el liderazgo republicano no ha cambiado en gran medida. Pocos miembros actuales o anteriores de la administración han dado la voz de alarma sobre la responsabilidad que realmente tiene este presidente, tal vez porque están ansiosos y, como John Bolton, aparentemente más interesados en sacar provecho de un libro revelador que en ver que el país camina sobre un abismo. O tal vez miran a los republicanos del Congreso y concluyen que toda esta información ya es obvia, y que el partido del presidente ha elegido defender a un hombre claramente dañado y dañino.

Según Bernstein, “una persona familiarizada con casi todas las conversaciones con los líderes de Rusia, Turquía, Canadá, Australia y Europa occidental describió las llamadas acumulativamente como ‘abominaciones’ tan graves para los intereses de seguridad nacional de EE.UU., que si los miembros del Congreso escucharan de testigos de las conversaciones reales o leyeran los textos y notas, incluso muchos miembros republicanos de alto rango ya no podrían mantener la confianza en el presidente”. Pero ¿por qué en el mundo sería esta la conclusión, sabiendo lo que hacemos sobre el apoyo republicano en curso a Trump, incluso después de las audiencias de juicio político que ponen de manifiesto la incompetencia del mandatario y su impulso de poner sus intereses por encima de los del país?

Las fuentes en la historia de Bernstein tienen una clara opción por delante: continuar apuntalando a un hombre que saben que amenaza a la nación, o defender el futuro de este país y poner su nombre y cara detrás de la verdad. Si estos servidores públicos de alto nivel realmente creen que “incluso muchos miembros republicanos de alto rango ya no podrían mantener la confianza en el presidente” si supieran la verdad, entonces seguramente los republicanos en el Congreso, y el resto del país, merecen saberlo.

En cuatro meses son las elecciones. Los votantes estadounidenses y nuestros funcionarios electos deben conocer la historia completa del primer mandato de este presidente. Y necesitamos escucharlo no de fuentes anónimas cobardes, sino de los hombres y mujeres que han sido testigos de estas abominaciones. Si esos hombres y mujeres son los patriotas que creen ser, hablarán y lo harán antes de noviembre