Nota del editor: David Bittan Obadia es abogado, escritor, analista de temas políticos e internacionales, columnista en el diario El Universal de Venezuela y colaborador en otros medios de comunicación. Como conferencista ha participado en el Congreso Judío Mundial, participó en el American Jewish Committee y es expresidente de la comunidad judía de Venezuela. Su cuenta de Twitter es @davidbittano. Las opiniones expresadas en este comentario son del autor. Lee más artículos como este en cnne.com/opinión.
(CNN Español) – La política del presidente Donald Trump sobre el tema migratorio va cumpliéndose de manera silenciosa y sin permitir que los ciudadanos estadounidenses comprendan el daño irreparable que se le está ocasionando a un país joven, formado desde cero, por emigrantes: un país que se ha hecho grande gracias a ellos.
En este momento el ataque recae sobre los estudiantes internacionales. De manera repentina, con el coronavirus como excusa, quedarán en medio de un vacío para el año entrante. Si no están matriculados en casas de estudios que tengan la opción de clases presenciales, tendrán que abandonar el país. Esta información la oficializó el Gobierno a través del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
Por un hecho fortuito e impredecible, como lo es la pandemia, los estudiantes internacionales están siendo afectados de manera discriminatoria. Sin embargo, con esta medida perdería más Estados Unidos que los mismos estudiantes, quienes llevarían sus talentos a otros países.
Hay una fuga de cerebros internacionales que llega a Estados Unidos, país que se beneficia de ellos: la economía de varias ciudades depende de estas personas y no se trata tan solo del pago de la matrícula.
De acuerdo con las cifras oficiales, en 2019 el Gobierno otorgó 388.839 visas de estudiante. Estas visas excluyen ahora la posibilidad de recibir solo clases en línea.
Cuidado: esta cantidad de estudiantes no es para nada despreciable; les lloverán ofertas de países con mejores condiciones y calidad de vida, con gobiernos más estables.
La decisión de Trump no es más que un suicidio cultural y humano para su país. Luego de esta medida, y otras tantas similares, creo que le tocará sufrir tiempos de oscurantismo.
Los estudiantes internacionales aportan miles de millones de dólares a la economía; ni hablar del beneficio real a la ciencia, la tecnología, las artes, la industria, el comercio y todas las áreas del desarrollo.
Solo para entender mejor la situación, ilustro la magnitud del tema con dos ejemplos:
El director actual del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), Rafael Reif, es un venezolano. También es venezolano Baruj Benacerraf, nobel de Fisiología o Medicina en 1980.
Y así las tantas otras eminencias extranjeras que dan prestigio al mundo científico, económico y cultural estadounidense.
Poner obstáculos y truncar los sueños de quienes dejaron sus países, familia y costumbres es una muy mala decisión. Esto conlleva directamente a la pérdida de talentos y contribuye a un mayor aislamiento del país. Adicionalmente esto frena el intercambio de ideas y el desarrollo.
La diversidad cultural ha logrado generar una exitosa sociedad plural en Estados Unidos.
Ojalá que esta nefasta decisión, que preocupa a miles de personas, sea rectificada.