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Anthony Fauci: Necesitamos responsabilidad social para acabar con la pandemia
01:13 - Fuente: CNN

(CNN) – Mientras que el presidente Donald Trump se obsesiona con sus esperanzas de reelección en su burbuja de la Casa Blanca, los líderes estatales y locales están revirtiendo frenéticamente las reaperturas estatales que él exigió, lo que convirtió a Estados Unidos en el mayor punto de coronavirus del mundo.

Cuando las salas de emergencias se llenaron y el virus aceleró su implacable marcha a través de los estados del sur y del oeste, Trump se aferró a la ficción de que lo peor ya pasó: “Tuvimos que cerrar; ahora estamos abriendo”, dijo el presidente sobre la economía en la Casa Blanca, dándose palmaditas en la espalda por salvar “millones de vidas”.

A medida que los nuevos casos de la enfermedad alcanzan los 60.000 al día en todo el país, muchos líderes, incluidos aquellos que apoyaron el enfoque agresivo de Trump, ahora tienen pocas opciones más que priorizar la ciencia sobre la política, dejando al presidente fuera de contacto con la realidad.

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En Texas, el alcalde demócrata de Houston, Sylvester Turner, propuso un cierre de dos semanas, días después de que el gobernador republicano, Greg Abbott, planteó la posibilidad de medidas más estrictas después de emitir un mandato de usar mascarillas que ofendía a la ortodoxia conservadora. Virginia Occidental pidió el cierre de los bares del condado más afectado.

En California, el gobernador demócrata, Gavin Newsom, ordenó el cierre de todos los restaurantes interiores, bodegas, cines, zoológicos, museos y cerró todos los bares. Los Ángeles y San Diego dijeron que los alumnos comenzarían el nuevo año escolar solo en línea. Oregon prohibió las reuniones de más de 10 personas en espacios interiores debido a un “aumento alarmante” de casos de covid-19 en el estado. KFC alentó a sus franquicias en Florida, Texas, Oklahoma y California a detener el servicio de atención en el restaurante.

Florida, que el sábado estableció el récord para cualquier estado de nuevos contagios en solo día, ahora tiene más casos de covid-19 que todos menos ocho países enteros.

La imagen es de una nación que está comenzando a cerrarse nuevamente desafiando las afirmaciones triunfantes, pero engañosas, del presidente de que hay una “transición a la grandeza” en marcha. Las restricciones impuestas a ciudades tan grandes como Houston y Los Ángeles podrían retrasar el sorprendente resurgimiento de la economía el mes pasado.

Las modestas ganancias laborales, anunciadas por el presidente, podrían convertirse en pérdidas permanentes de trabajo.

En comentarios que probablemente enfurezcan aún más a Trump, que se queja de la prensa del Dr. Anthony Fauci, el director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas dijo lo que desafortunadamente se está convirtiendo en un punto obvio: las aperturas rápidas han provocado un desastre.

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“Eso está muy claro –y sabemos esto de países de todo el mundo–  si separas físicamente a las personas, hasta el punto de no permitir que el virus se transmita… sabemos que podemos hacerlo si cerramos”, dijo Fauci en un seminario web de la Escuela de Medicina de Stanford.

“No cerramos por completo, y esa es la razón por la cual, cuando subimos, comenzamos a bajar, y luego nos estabilizamos a un nivel realmente alto: alrededor de 20.000 infecciones por día”, dijo Fauci. “Luego, cuando comenzamos a reabrir, empezamos a ver las oleadas que estamos viendo hoy, mientras hablamos, en California… en Arizona, en Texas, en Florida y en varios otros estados”.

Nueva York y Massachusetts tienen lecciones difíciles

Hay algunos puntos buenos. Por primera vez en meses, no hubo muertes de covid-19 en la ciudad de Nueva York en un período de 24 horas, un momento de liberación que el alcalde demócrata, Bill de Blasio, calificó de “llamativo y conmovedor”. Massachusetts anunció que su promedio de siete días de pruebas positivas había caído al 1,7%, un 94% menos desde mediados de abril.

La lección para los estados que ahora están en el centro de la tormenta, que se adelantaron a las pautas de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos sobre reapertura segura, son aleccionadores. Nueva York y Massachusetts han logrado lo que aún podría ser solo una tregua temporal con el coronavirus con semanas de confinamientos y un estricto proceso de reapertura que esperó a que la curva de infecciones se suprimiera adecuadamente antes de que se levantaran las restricciones.

Incluso ahora, no hay garantía de que el virus no regrese a niveles peligrosos cuando la vida normal se recupere.

Nada de esto parece haberse filtrado a Trump. Como siempre, el presidente estaba obsesionado con lo que significaban los últimos acontecimientos para él, especialmente cuando se apresuró a exigir que todos los niños regresen a la escuela a pesar de no tener un plan sobre cómo hacer que su regreso sea seguro.

El lunes, en una nueva muestra de su ansimismamiento, convirtió la complicación social actual más aguda de la pandemia en una acusación de que sus enemigos políticos querían mantener a los niños atrapados en casa para dañarlo.

“Creo que piensan que les irá mejor si pueden mantener cerradas las escuelas en las elecciones. No creo que les vaya a ayudar, francamente, pero creo que mantener cerradas las escuelas, es algo malo para el país y, por lo tanto, eso es algo bueno para ellos”, dijo Trump.

Lo que realmente le importa a Trump

El presidente hizo algo similar al principio del día, cuando destacó un tuit de Chuck Woolery, el expresentador del programa de citas “Love Connection”, quien advirtió que “todos están mintiendo” sobre la gravedad de la crisis actual, solo para “evitar que la economía regrese, lo que tiene que ver con las elecciones”.

No está nada claro si la mayoría de los estadounidenses atrapados en una pesadilla nacional interminable estén más preocupados por una elección, especialmente una que se desvaneció en el fondo y aún está a más de tres meses de distancia. Los padres quieren saber si sus hijos pueden comenzar a aprender nuevamente. Los desempleados quieren recuperar sus trabajos. El país quiere recuperar su vida anterior a la pandemia.

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La obsesión de Trump con sus propias perspectivas políticas ha sido la fuerza impulsora de su administración y es un tema recurrente. Su agenda nacional está diseñada casi exclusivamente para recompensar a sus votantes más leales y radicales, y su política exterior está orientada a crear fotografías llamativas con el presidente en el papel protagonista.

Es un talón de Aquiles que lo llevó a la ignominia de convertirse en el tercer presidente en ser llevado a juicio político, por abusar de su poder al tratar de obligar a una nación extranjera, Ucrania, a interferir en el 2020 para dañar a su oponente.

Pero ahora es posible que mientras sigue detrás de Biden en las encuestas preelectorales, la impaciencia del presidente porque la economía vuelva a crecer puede convertirse en una falla política fatal. Y tiene el potencial de condenar sus sueños de un segundo mandato, ya que empeoró la situación.

La reapertura de las escuelas es crucial para el retorno de la economía y para la impresión de que Estados Unidos ha recuperado la vida normal que Trump está tratando de transformar en un mensaje electoral de “transición a la grandeza”. Hasta que los niños no estén en la escuela a tiempo completo, muchos padres que tienen problemas para encontrar cuidado infantil no pueden volver al trabajo, privando al motor económico de Estados Unidos de su capacidad total.

Pero Trump ignora preguntas complicadas característicamente, como cómo garantizar que un regreso masivo a la escuela no aumente la pandemia, ya que solo considera lo mejor para él.

Cuando se le preguntó, el lunes, qué pensaba sobre Nueva York y Los Ángeles, que retrasaron el inicio de un nuevo año escolar y la muerte de un maestro de Arizona, quien falleció por covid-19 después de enseñar en la escuela de verano, Trump respondió: “Sí. Las escuelas deberían abrirse. Las escuelas deberían abrirse … Estás perdiendo muchas vidas al mantener las cosas cerradas”.