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FOTOS | Los símbolos de la solidaridad en México
El devastador terremoto de magnitud 7,1 de este 19 de septiembre hizo colapsar la escuela primaria Enrique Rébsamen, en Ciudad de México. Decenas de voluntarios, de todas las edades, corrieron a ayudar en las labores de rescate y de búsqueda de personas que todavía estuvieran con vida. En la cercana Avenida División del Norte, unieron sus brazos en un perímetro humano para mantener la vía despejada para el paso de ambulancias y vehículos con provisiones que necesitaran llegar hasta la escuela. Recorre esta galería para ver cómo pocos minutos después del terremoto, y mientras la tierra seguía temblando, muchos habitantes de Ciudad de México se pusieron de pie y comenzaron a movilizarse.
Voluntarios corren para encontrar adrenalina entre los medicamentos donados tras el devastador terremoto.
Los médicos de la Cruz Roja mexicana están listos a ayudar, con sus camillas y sus equipos médicos.
Un rescatista voluntario se concentra para escuchar sonidos que puedan indicar que hay vida todavía entre los escombros de la escuela primaria.
Los voluntarios han sido vitales para buscar y entregar todas las provisiones de agua embotellada, comida, medicamentos y cobijas que puedan necesitar los rescatistas que están en las labores de rescate al interior del colegio.
Médicos voluntarios reciben información sobre el progreso de las labores de rescate.
Dos voluntarios alzan su mano pidiendo silencio, en el momento en que los rescatistas oyeron los primeros sonidos que podían indicar que había personas con vida, enterradas bajo los escombros del destruido Colegio Enrique Rébsamen.
Cuando se conocieron las noticias sobre la escuela primaria que colapsó, los habitantes de Ciudad de México y personas de regiones cercanas -incluyendo algunas que resultaron fuertemente golpeadas- se trasladaron en masa al distrito Coapa de la capital mexicana, donde está ubicado el colegio.
Un rescatista descansa dentro de la escuela, un día después del terremoto.
Héctor Méndez ha dedicado toda su vida a ayudar a los demás. Dice que estaba conmemorando el aniversario número 32 del mortal terremoto de 1985, cuando se desató este. Al oír a los niños heridos, él, así como muchos otros, corrió al lugar. Ya encontró cuatro cuerpos.
Médicos voluntarios esperan en una carpa cercana al colegio, mientras continúan las labores de rescate.
El neurólogo Sergio Romo salió a ayudar en las labores de rescate, en gran parte por el cariño que le tiene al dueño de la escuela, de quien es muy amigo.
La lluvia no frenó las ganas de ayudar de los voluntarios que estaban afuera de la escuela primaria.
La ciudad y sus habitantes se organizaron lo mejor que pudieron, compartiendo el dolor colectivo mientras hacían todo lo que estaba a su alcance por las víctimas más jóvenes, niños que se convirtieron en los hijos todo el mundo.
Iván Ramos es rescatista voluntario desde hace muchos años y dice que en estos casos ayuda sobre todo motivado por el dolor que deben sentir los padres de los niños desaparecidos o muertos.